La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Es la canción. La que simbolizará 2010 en la memoria de muchos. Se titula Sprawl II (Mountains Beyond Mountains). Aparentemente banal en su tono synth-pop con ribetes vocales a lo Cyndy Lauper, brilla con luz propia dentro de The Suburbs, el tercer álbum de Arcade Fire. Situada justo al final, como si en su supuesta frivolidad ochentera se evaporase todo el peso reflexivo del disco, surge frente al oyente un poco a traición. Al contrario que los grandes himnos de los canadienses lo hace sin ápice de solemnidad, sin dar a entender, ni por asomo, que es una joya. Por ello, al tocar la fibra sin avisar, conmueve aún más. Por ello, cuando el 2010 se cerró con llave y sonó en la fiesta final, todos se miraron. Y sonrieron. Y dijeron sin hablar que sí, que esa era la canción.

Sprawl II no solo planea un viaje musical a los años ochenta. También lo hace en el plano sentimental para los que hoy superan la treintena. Los deseos juveniles taponados por la incomprensión y la llamada “a la realidad” flotan en el ambiente. “Me oyeron cantar y me dijeron que parase / deja todas esas cosas pretenciosas y pega un puñetazo al reloj”, arranca Régine Chassagne con su voz deliciosamente infantil. No resulta difícil imaginar a una adolescente frustrada en su habitación, empecinada en buscar su lugar, soñando más allá de las opciones que le ofrece su barrio. Cuando está a punto de ceder ( “Estos días siento que mi vida no tiene propósito”) surge de nuevo la luz: “Pero a altas horas de la noche los sentimientos salen a la superficie / Porque en la superficie las luces de la ciudad brillan / Me están llamado, “ven y encuentra a los tuyos”.

Aunque la escena se sitúe en uno de los suburbios de Montreal (“Viviendo en el barrio de las afueras / supermercados muertos se alzan como montañas más allá de las montañas”) poco o nada cuesta abrazarse a ese sentimiento y trasladarlo a la topografía sentimental de cada cual. Buscar a los tuyos, dicen. Encontrar a esas personas que hablan tu lenguaje, que conviertan en real la sensación de libertad de esas canciones, que derrumben los muros del barrio. No hay cinismo todavía. No hay falso glamur pop. Tampoco inadaptados ansiando ser cisnes de fin de semana. Existe, sobre todo, la sensación de “juntos podremos”, la de querer formar parte de un batallón juvenil frente a la sinrazón de la normalidad. Pero inevitablemente, todo ello se germina en otro lugar. “A veces me pregunto si el mundo es tan pequeño / Que nunca podemos escapar del barrio”, confiesa Régine con una pizquita de histrionismo teenager que busca apaciguar su insatisfacción.

Entonces llega la huida. Y los versos más conmovedores de la canción. Uno a uno, inyectan emoción, mientras se visualizan las imágenes como fotogramas adolescentes proyectados en la pantalla. Primero: “Condujimos nuestras bicis al parque más cercano”. Segundo (suspirando): “Nos sentamos bajo los columpios, nos besamos a oscuras”. Tercero (conmoviéndose): “Nos protegemos los ojos de las luces de la policía”. Cuatro (y ya derritiéndose completamente): “Salimos corriendo, pero no sabemos por qué”. Stop, por favor. Podrá parecen una nimiedad, pero en esta línea se encuentra una de esas pequeñas genialidades que, de cuando en cuando, nos depara la música pop. ¿Existe alguna definición mejor de los temores adolescentes que esa huida hacia ninguna parte justo después de haberse besado en la oscuridad? Pues como el “Y si todo va tan bien por qué este dolor que siento” de Los Planetas aquí Arcade Fire tocan el cielo, logran la conexión directa entre palabra y sentimiento y sumen al fan en la plenitud total.

Y todo para llegar a los dos versos finales ( “Y como un espejo las luces de esta ciudad brillan / Nos están diciendo “No necesitamos a la gente como vosotros”) que le ponen un triste telón de fondo a cinco minutos de euforia. Cuando el disco sigue sonando y The Suburbs (continued) lo cierra, ya languideciendo, la mente viaja hacia unos títulos de crédito imaginarios. Y el adolescente sale de la canción para retornar a su casa, al barrio, cansado, desolado y triste. En bici por los suburbios. O en un bus urbano vacío en una ciudad como A Coruña. Deseando salir de ahí, hacia algún lugar, a encontrar a los suyos. Estén donde estén.