La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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No queda duda de que que el Xacobeo 2010 ha sido (y está siendo) muy diferente de todos los anteriores. El perfil de grupos contratados, el modo de distribuirlos a lo largo del calendario y la forma de ubicarlos (desde eventos masivos de foto de portada a pequeñas salas y teatros con únicamente flashes en el corazón del fan) fueron refrescantes notas que hicieron pensar que la Administración y el criterio dentro del ámbito pop no tenían que estar necesariamente reñidos. Si existiera algún despistado al respecto, aún dispone de una oportunidad: que se pase el viernes por la sala Capitol de Santiago a ver a Teenage Fanclub. Pese a estos once meses pasados, aún cuesta ver un concierto así ligado al cuño de la Xunta.

Ayer, sin embargo, la cosa fue un poco más allá. La confirmación de la celebración del Sónar-Galicia 2011 en A Coruña deja claro que la promesa de trabajar con las miras puestas en los años venideros no fue en balde. Realmente, pocos pensaban que esto se iba a producir. Las ruedas de prensa con proyectos de futuro que se evaporan poco a poco son una constante en las altas instancias, una rutina a lo que los ciudadanos nos acostumbramos con demasiada facilidad. Y si hablamos de la música, de las «estrellas internacionales», las figuras «de vanguardia» y bla bla bla, ya no tiene ni qué decir. Por eso, resulta normal apostar a caballo ganador. O mejor dicho, a perdedor.

Las apuestas se echaron por la boca pequeña. En la última jornada del Sónar-Galicia 2010 había no pocas personas del mundillo musical que aseguraban entre corrillos que el Sónar ya estaba en negociaciones con otras ciudades españolas. Hacían sentir ingenuo a aquel que, enamorado de la idea de que algo así estuviese ocurriendo en A Coruña, imaginaba que el evento iba a tener continuidad. Algunos incluso iban más allá: lo situaban directamente en Salamanca. Y, teniendo en cuenta los precedentes de anteriores Xacobeos, que dejaron una herencia cero, y el funcionamiento del sector público en este terreno, era como para pensárselo. Lógicamente, existía un componente importante de fantasía, de actitud de “yo me las sé todas y a mí no me la pegan” y la eternamente traicionera autoestima gallega, esa que a la mínima de cambio mira hacia fuera y pone acento de Madrid.

Al final, mucho antes de lo esperado, surgió la noticia. Fue ayer. Y las sonrisas satisfechas entre la parroquia musiqueira brotaron. Se impone, por tanto, el reconocimiento al trabajo bien hecho pero, sobre todo, a las promesas cumplidas. En vez de apostar por el típico festival-histórico-en-el-que-los-gallegos-verán-la-santísima-trinidad-del-rock-para-luego-estar-diez-años-en blanco, se ha optado por una opción más modesta, pero con una realista visión de futuro. Ahora solo queda que el público responda como lo hizo el pasado mes de junio y que Expocoruña se convierta de nuevo en una gran fiesta. Lo de rajar porque haya artistas que toquen en Barcelona y no aquí (como si el presupuesto, dimensiones e historia del Sonar-Galicia y el otro fuera iguales), va a ser tan inevitable como los políticos que nada tuvieron que ver con el festival se acerquen a ver si caben en la foto cuando sea la presentación oficial. Es el foclore habitual de fondo en este tipo de saraos. Afortunadamente, delante de todo el barullo habrá algo tremendamente excitante.