La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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(Retomamos la entrevista con Barón Rojo publicada el pasado viernes en el suplemento Fugas, incluyendo a mayores alguna pregunta que, por razón de espacio, no se pudo recoger en la versión impresa)

La filosofía de las bandas heavys suele ser, en su mayoría, similar a la de los equipos de fútbol. No importan las bajas, el proyecto sigue adelante con nuevos jugadores. Ha pasado en Deep Purple, en Whitesnake, en Iron Maiden y en Metallica. Y ha pasado también en Barón Rojo, la banda nacional más importante del género. Sin embargo, los fans siempre guardan una formación mitificada como la mejor y, con ello, el anhelo de que esa alineación retorne para reverdecer laureles.

Eso es exactamente lo que sucederá el próximo 6 de marzo en el Coliseum de A Coruña con Barón Rojo. Los hermanos Armando y Carlos de Castro, Jose Luis Campuzano “Sherpa” y Hermes Calabria se subirán al escenario para revivir la época dorada del grupo, la que va desde 1980 a 1989. «Se cumplen 30 años de la formación de la banda y la efeméride invitaba a rehacer el grupo, aunque fuera temporalmente», explica Carlos de Castro, guitarrista del grupo. «Aprovechando eso, hemos decidido juntarnos para toda esa gente que nunca pudo ver la formación original o la que, simplemente, quiere ver cómo nos conservamos en el escenario».

baron-rojo—¿Después de tanto tiempo, siguen, como cantaban ustedes, comentando las gentes del lugar que «los roqueros no son buenos»?

—[Se ríe] Bueno, vete tú a saber. ¿Hay alguien bueno en la sociedad en la que vivimos hoy en día? Yo creo que somos normales, con unas inclinaciones musicales y nada más. Cuando eres joven tienes una manera de ver la vida algo más extrema, pero pienso que la gente, en cuanto se analiza a sí misma, ve que todos somos iguales.

—¿Resultaba complicado ir a comprar el pan en los primeros ochenta con sus pintas?

—Tampoco era muy complicado. Había pasado la dictadura hacía unos cuantos años. Era algo inusual, porque las generaciones que vinieron después ya han nacido sumergidas en toda esta historia. Había un determinado colectivo de gente al que le tiraba la música, que querían vivir de una manera y lo sentían así. Nosotros, además, todo eso lo plasmábamos en nuestras canciones. Pero, al margen de ello, yo creo que todos hemos sido siempre gente muy normal.

—Esa mítica del roquero frente a la sociedad que lo repudia se plasmó en las letras de sus canciones en infinidad de ocasiones. ¿Eran conscientes que estaban escribiendo los himnos de una generación?

—No, no en absoluto. Nosotros hacíamos las canciones sin más. Lo que pasa es que, tanto en el terreno musical como en el terreno lírico, se ha demostrado que perduraron, que nuestro mensaje sigue totalmente vigente. En realidad, nosotros hablábamos de temas generales, de esas pequeñas frustraciones que teníamos. Mucha gente se ha sentido, y se sigue sintiendo, identificada con ellas. Eso es lo que desea un artista, que su mensaje se mantenga, en lo estético y lo lírico, el mayor tiempo posible.

—Tan actual es que en Youtube existe un montaje con la canción «Pico de Oro». La grabaron en 1987, pero en el video salen Zapatero, LLamazares y Rajoy. ¿Conocen el vídeo?

—Sí, lo he visto y me parece que es muy acertado. Muchas de las personas que se sacan ahí, cuando hicimos las canciones, no existían. Pero es lo que te decía antes, nuestras letras siguen teniendo vigencia.

baron-rojo-2—¿Es «Volumen brutal» su gran álbum?

—Sí. En su día no nos dábamos cuenta, pero es unánime: es nuestro elepé más valioso y el que da la imagen más válida de la banda. Yo añadiría más discos, ya que más o menos me parecen excelentes todos. Pero ese es el disco que nos ha dado la imagen, la fama y todo. No tenemos porque llevarle la contraria al público. Nosotros seguimos tocando muchas canciones de Volumen brutal en directo, lo que significa que para nosotros todavía tienen valía.

—En la portada se puede ver una muñequera de tachuelas. ¿Qué piensa cuando las ve ahora asociadas al electro pop?

—[Se ríe] Pues creo que con los grupos de pop no conecta mucho. Es otra estética en todos los aspectos, tanto musical como física. En aquel entonces, esa muñequera ejemplificaba perfectamente la música que hacíamos. Estaba muy cercano el fin del antiguo régimen y, de alguna manera, era muy liberador todo eso del volumen, los vatios, el sonido, la imagen de romper un muro… Por desgracia, en aquel entonces no había muchos grupos de lo que nosotros hacíamos y quisimos dejarlo todo muy claro, haciendo una portada que a la gente no le llevara a engaño. El tiempo nos ha dado la razón, porque mira que no han salido reediciones de este disco, pero a nadie se le ha ocurrido cambiar la portada.

—Treinta años después siguen fieles al mismo credo.

—Sí, pero no por un sentido extra de la fidelidad ni nada, sino porque es la música que creemos que tiene unos valores musicales más duraderos. No juzgamos la música de nadie, pero pensábamos cuando empezamos que lo que nosotros hacíamos iba a tener largo alcance. En realidad, no inventábamos nada que no existiera, sino que continuábamos una corriente que habíamos escuchado muchos años. Queríamos ubicarnos ahí y hacer ese tipo de canciones. Era difícil, porque en España era todo muy complicado. En los setenta no nos atrevíamos a hacer letras en español, porque existía la censura y tenías que pasar permiso. Cuando llegó la democracia, la gente pedía más y había que hacer lírica, letras. Esa fue nuestra oportunidad. Nosotros lo hicimos lo mejor posible y fuimos de los primeros en hacerlo. Con tanto éxito, que incluso fuera de España tuvimos cierta repercusión.

—Es cierto. Con la edición de «Volumen brutal» pasaron de ser una banda de barrio a codearse con la plana mayor del heavy internacional, desde Michael Schenker a Iron Maiden. ¿No sintieron vértigo?

—Sí, nos daba mucho vértigo porque era totalmente inesperado. Fue todo muy rápido, no nos daba tiempo ni a digerirlo. Pero, luego, la realidad del país era muy distinta. Había días que tocabas en un sitio y metías 30.000 personas. Luego, ibas a otro sitio y solo había 300. No había unanimidad, porque este país no había llegado a una madurez en el tema musical. La música comercial era lo que funcionaba normalmente. Aunque, luego, había una juventud apoyandonos, que fue la que hizo que llegásemos al número 1 en aquellos días. Pero, desde luego, no era algo unánime.

Barón Rojo en su época dorada actuando en el Pabellón de los Deportes de Madrid en 1984

ESOMBRECIDOS POR LA MOVIDA
En los noventa todo se mezcló, pero en los ochenta las diferencias entre las tribus urbanas estaban tremendamente marcadas. O se estaba de un lado, o se estaban del otro. Y, aunque los medios hablen de las escisiones entre los diferentes grupos de la movida, realmente latía otra dialéctica: la de los heavys frente a poperos, la de la música del barrio frente a la música que se podía escuchar en las radios. Más allá de estéticas contrapuestas, la fricción tiene su origen en la falta de atención que tuvieron los primeros frente al excesivo foco de los segundos. Una injusticia histórica aún no reparada.

—¿Qué sienten cuando los medios revisan los ochenta y se fijan en artistas como Alaska o Loquillo y los pasan a ustedes de largo?

—Eso tiene una explicación muy clara. La movida tuvo el apoyo mediático que a nosotros se nos negó. A nosotros nos apoyó la gente de la calle, pero los medios pasaron completamente.

—¿Recuerda alguna anécdota al respecto?

—Sí, claro. En una ocasión, nuestra compañía, Zafiro, intentó por todos los medios que nos diesen un especial en Televisión Española. ¿Sabes lo que dijeron? Que si lograban que hiciera un especial Marisol, que estaba también en nuestra discográfica, le daban otro a Barón Rojo, pero que si no, no, porque no les interesaba. ¡Y éramos el número uno de ventas! Luego, vino toda la historia del pop y el tecno pop. Parecía que era el movimiento musical que estaban esperando todos los periodistas desde que eran niños. A los del rock nos negaron sistemáticamente toda la atención que les prestaron a eso.

—Con «En un lugar de la marcha» llegaron a coquetear con las radios comerciales. ¿Pudo ser ese el despegue de Barón Rojo?

—En esa época, en las cadenas de radiofórmula tuvimos gran repercusión, pero duró poco. Porque, luego, hubo cambios en la cadena número uno del país y ya no quisieron volver a saber nada del rock, al menos del rock nuestro. Hasta ahí, sí, creíamos que nuestra carrera iba a ser esplendorosa, pero en cuanto a los medios para nosotros todo se terminó ahí. Con el disco En tierra de nadie prácticamente nos hicieron ni caso y yo creo que era un muy buen disco.

—¿Cuántas copias han vendido de «Volumen brutal»?

—Es difícil saberlo porque la compañía que lo editó no existe. Puede ser que con todo lo que se vendió en Europa hayamos llegado a un millón de ejemplares. Quizá no parezca mucho comparado con Michael Jackson pero, para lo que era el rock en este país, creo es una cifra muy importante.

baron-rojo-original—E irrepetible.

—Sí, porque el rock español no sale fuera. Los artistas españoles que funcionan por ahí suelen ir como botón de muestra para cosas esotéricas. No existe una industria realmente en este país que genere actuaciones en el extrajero. Además, el rock está en horas bajas en general. Quitando algunos grupos punteros por ahí no hay cosas muy allá. Precisamente ahora, es donde más hemos logrado equipararnos al rock de fuera.

—En su página web Hermes, el batería, asegura que los Barón Rojo del 2010 pueden llegar a tocar tres horas y media en directo. ¿Es así?

—No. El primero que no llega a eso es el público. Con dos horas y media creo que llega, aunque depende del lugar en el que toques. Por ejemplo, en el Viñarock solo puedes tocar una hora, aunque seas el rey del mambo.

—Es de suponer que ya son un grupo intergeneracional. ¿Hay padres que van con sus hijos a los conciertos de Barón Rojo?

—Sí, sí que pasa y nos gusta mucho. Lo único malo que de la situación de hoy en día es que la gente ha perdido la buena costumbre de comprar discos. Entonces, eso te coarta muchas posibilidades. Es una paradoja: en la época en la que mejores medios de grabación hay existen menos ganas de pagar por un disco. El mercado, mientras se aclara y se buscan soluciones alternativas, hace que los grupos hayamos perdido las ganas de grabar discos. Últimamente grabamos dvd, que tiene más atractivo para la gente.

—¿Existe la posibilidad de que esta formación se prolongue en el tiempo?

—No. En principio estaremos juntos solo seis meses. Todo lo que se pueda hacer en seis meses lo haremos. Este es el planteamiento inicial. Luego, se queda todo un poquito abierto en el sentido de que si sale un promotor en verano pues lo estudiaríamos. Pero ya es distinto,

SUS MEJORES DISCOS

baron_rojo-volumen_brutal-frontal«Volumen brutal» (1982)
«Si he de escoger entre ellos o el rock, elegiré mi perdición. / Sé que al final tendré razón y ellos no. / ¡Mi rollo es el rock!». Alto y claro, con el volumen al máximo y el desafío por bandera, Barón Rojo dejaron con su segundo trabajo el gran álbum del heavy-rock patrio. Los hermanos De Castro tejieron en él las mejores guitarras de la música española de la época y entre Carlos y Serpa interpretaron los textos más liberadores del momento. Tres décadas después sigue sonando como una bomba.

baron_rojo-baron_al_rojo_vivo-frontal«Barón al rojo vivo» (1984)
En los albores de la España socialista, las litronas, los Lee ajustados y los Yumas de triple banda naranja, Barón Rojo cumplieron con uno de los ritos del heavy: el doble álbum en directo. Aparte de una portada fantástica, Barón al rojo vivo documenta fielmente la atmósfera de aquellos impresionantes conciertos, una celebración colectiva de una frustración juvenil que no encontraba acomodo entre la sofisticación barriobajera de Ramoncín, la mitomanía rocanrolera de Loquillo o los neones de Alaska y Dinarama.

baron_rojo-en_un_lugar_de_la_marcha-frontal«En un lugar de la marcha» (1985)
El cuarto disco de estudio acoge la mítica Hijos de Caín, un baladón al estilo de las que Scorpions grababa en la época que trascendió totalmente a su estilo, colándose incluso en las radiofórmulas. También figura Cuerdas de acero, un corte dedicado a la guitarra eléctrica que acoge los mejores versos de la historia del grupo («Y tú, tormenta de truenos y luz, eres símbolo de libertad, / yo nunca podría vivir sin tus cuerdas de acero tocar»). Y un nuevo arsenal de munición de incomprensión roquera: Chicos del rock, Breakthoven