La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Parece que Mogwai ya no interesan a casi nadie. La banda que patentó su particular visión del post-rock a golpe de crescendos en el soberbio Young Team (1997) y que luego ofreció una magistral vuelta de tuerca preciosista en Rock Action (2001), lleva ya tres álbumes mostrándose incapaz de dar un paso hacia ninguna dirección que no sea la del canibalismo sobre sus propios logros pasados. Por ello, parte del público que los abrazó como los sucesores de Sonic Youth, en términos de innovación y riesgo, los obvia y solo una pequeña reserva de incondicionales les siguen aún.

A los primeros la verdad es que poco hay que decirles. Los pasos adelante están en otras cubetas. Los segundos, sin embargo, seguramente disfrutarán de lo lindo, buceando en un sonido convertido ya en clásico. Para situarlo, el disco que continúa por las aleaciones de ruido, metal y electrónica que la banda logró en Happy Songs For Happy People (2004), quizá no con tanto acierto como en aquél, pero superando los resultados del predecesor Mr Beast (2006). En efecto, como si la mezcla entre Slint, Metallica, Pink Floyd y Múm se tratase, este álbum posee cuchillo y músculo, pero también ensoñación y embaucadoras chispas de belleza. Los chorros de ruido los ponen canciones como la espléndida Batcat, en la que los escoceses exhiben toda su maestría en el manejo de la tensión y destensión. El lado accesible llega con The Sun Smells Too Loud, con toda probabilidad la pieza más pop de su repertorio que la que late el espíritu de Kraftwerk desdibujado dentro del sonido de los escoceses. Y la sutileza al ralentí llega de la mano de cosas como Thank You Space, de esas que llevan de la mano al oyente hacia firmamentos hermanos a los de Sigur Rós.

El álbum cuenta con una edición especial que incluye un dvd adjunto, con un bonito documental sobre la actuación del grupo en un festival italiano, así como los videoclips de Batcat.