(Aprovechando la visita del grupo a la ciudad, hoy en La Voz hacemos un repaso a la historia de lo mod en A Coruña)
Era una de las reuniones más esperadas del pop nacional. Brighton 64, pioneros del movimiento mod en España, se han reunido para celebrar su 30º aniversario. Debido al su concierto en la sala Le Club de A Coruña (hoy a partir de las 23.45) hemos entrevistado en el suplemento Fugas a Ricky Gil, cantante y miembro fundador del grupo. En la versión impresa publicada ayer apenas se reprodujo una breve muestra de la conversación que rescatamos ahora íntegra.
-En los vídeos que en Youtube de vuestro concierto en la sala Sol de Madrid se ve un gran ambiente. ¿Se pone la gente más loca ahora o en los ochenta?
-Yo creo que ahora [risas]. En los ochenta nosotros teníamos bastantes seguidores, pero siempre que tocábamos había mucha gente que no sabía de qué iba nuestro rollo. Ahora es mucho más fácil, porque la gente que nos viene a ver lo hace totalmente entregada.
«La casa de la bomba» en la sala Sol-Ustedes se hicieron legendarios con el tiempo. ¿Existe la sensación de “Yo estuve ahí” entre sus fans?
-Es posible. Nos viene mucha gente a saludar que te dice “yo soy tal que estaba en tal sitio” y tú tienes un recuerdo algo vago. En Barcelona, por ejemplo, sí que tuvimos la sensación de que mucha gente que nos venía a ver solo salía de casa ese día. Es decir, gente que ya tiene su familia y un modo de vida más sedentario, que no suele ir a conciertos, ni están al día de lo que pasa a nivel musical. Ese día no, salen y se reencuentran, no solo con el grupo sino también entre ellos.
-Escuchando su música sigue llamando la sensación de urgencia que desprendían. Hay veces que ni siquiera las letras encajaban bien. Me cuesta encontrar un grupo actual así.
-Hoy en día un grupo aunque esté empezando ya tiene las cosas más pensadas y las hace con más seriedad. Mucha gente graba en su casa durante meses hasta que lo tiene todo perfeccionado y, luego, cuando van a un estudio existe un grado de profesionalidad mucho mayor. Nuestro primer disco fue del año 82. Había un montón de grupos que, como nosotros, llevaba unos meses tocando y ya se metían en un estudio muy rudimentario, con un productor que no tenía ni idea. Hacías una canción con un resultado así: una cosa muy urgente y precipitada, pero que al tiempo tiene mucha frescura. Una cosa suple a la otra [risas]. La verdad es que, en la actualidad, me hubiera gustado que el día que grabamos esas canciones hubiese cantando mejor y que hubiésemos tocado mejor.
-¿Qué grupos tenían ustedes como referencia? ¿Los del revival mod?
-Las referencias eran esos grupos pero, sobre todo, los grupos de los sesenta como The Who, The Kinks, Small Faces, The Action, etcétera que conocíamos por discos o por películas. De manera especial, hubo dos películas de The Who que nos marcaron muchísimo, porque vimos a un grupo al que nos queríamos parecer. Lo que pasa es que no podíamos, porque The Who eran unos músicos alucinantes y nosotros unos principiantes totales. También nos apasionaba el blues, el r&b y el soul, pero al tiempo estaban nuestros contemporáneos como Nacha Pop o, por ejemplo, en Barcelona, Loquillo y Los Rebeldes. Aunque en principio no tuvieran nada que ver con nosotros estéticamente, eran lo mismo: un rock y un pop con las letras muy inmediatas y juveniles. En el fondo era una combinación estética de las referencias británicas y, luego, de las cosas que teníamos a nuestro lado.
-Aunque se tratase cosas diferentes sí que es cierto que se podían conectar. La verdad es que entre el primer disco de Loquillo y el suyo hay cierta conexión.
-Empezando porque hubo un guitarrista que participó en los dos [risas]. El guitarrista que tocó en Barcelona Blues estuvo pocos meses en el grupo, pero había tocado en una canción del primer disco de Loquillo. Eso también se notaba. Ahora eso puede parecer raro, porque cada escena está compartimentada y cada cual hace lo suyo. Entonces no había tanta gente haciendo música y todo lo que salía en esa escena independiente iba por esos canales.
-Un grupo como Brighton 64 y lo que pretendía trasladar a España tendría que producir cierto shock en vivo. ¿Qué gente iba a sus conciertos?
-Había un grupo de mods en Barcelona que nos acogió desde el principio. Serían un grupo de unas 20 personas que nos dieron una dirección y nos proporcionaron a nuestro primer batería. Pronto empezamos a hacer unos ensayos que parecían conciertos, porque venían y llenaban todo el local. Toda esta gente, que fue aumentando con el tiempo, nos seguían mucho. Pero, a medida que empezamos a tocar en salas de mayor aforo, todo esto se mezcló con el público general. Era una mezcla un tanto curiosa, porque podía haber gente con pinta rocker, siniestros, punks, gente más normal sin aspecto raro… de todo.
-¿Cómo eran ustedes en directo? ¿Eran un grupo tipo de The Jam?
-Sí, la actitud de The Jam y otros grupos de la época punk era lo que nos inspiraba.
-¿Eran muy anfetamínimos?
-Sí [risas], hasta el punto que nos costaba dominar los instrumentos porque estábamos todo el tiempo dando botes. Eso ahora ha cambiado, porque ha pasado el tiempo. Somos más tranquilos en el escenario, hemos tocado mucho y no podemos estar arriba y abajo. A mí siempre me ha gustado un poco de movimiento en el escenario, me aburren los grupos que están muy parados. Siempre me ha gustado transmitir fuerza y actitud.
-Su asimilación de la música negra fue un tanto peculiar. Semeja como si se quisieran inspirar en el soul, pero con un resultado muy diferente a la fuente original. ¿Sentían que se habían quedado a medio camino?
-Bueno, no lo pensábamos mucho. Hubo intentos de hacer algunos temas con ritmos soul que no acabaron de cuajar, pero es cierto que de ahí surgieron cosas con una mezcla bastante interesante. Ahora mismo hay muchísimos grupos que están calcando el soul en ritmos y en sonidos. A mí eso no me interesa demasiado, porque prefiero escuchar a los originales. Es algo que me pasa con muchos estilos. Cuando hicimos El mejor cocktail lo explicábamos. Estábamos hablando de Otis Reeding, de Sam Cooke, de artistas que escuchábamos continuamente, pero la canción no dejaba de ser un rock n’ roll aceleradísimo con una sección de vientos soulera. No era un tema soul propiamente dicho y esa mezcla tenía su gracia.
Vídeo de «El mejor cocktail»-Pese a tener una inspiración muy directa en los clásicos no eran muy miméticos. ¿Existia en Brighton 64 una actitud de querer hacer algo nuevo?
-Si, nosotros estábamos haciendo una música nueva. No sé si lo llegamos a conseguir, pero sí tengo muy claro que lo buscábamos. Brighton 64 queríamos ser rompedores y originales. Hubo gente que no lo entendió, porque se fijó solo en nuestra estética y nuestro nombre. Eso nos marcó mucho en lo bueno y lo malo porque, claro, un grupo con un nombre así podía parecer un simple grupo de revival o retro y no lo éramos en absoluto. Se generaba una contradicción flagrante porque ese nombre estaba provocando una situación extraña. Pero, bueno, nos fue bien porque dejó claras algunas cosas, como esa manera de pensar tan juvenil y rompedora, pero al tiempo queriendo ser constructivos.
-Hablando del nombre, en «Barcelona Blues» dice con una voz terriblemente adolescente “Quiero viajar, conocer Brighton / Playas de guerra, souvenirs”. ¿Cuando escucha eso qué sensaciones le trasmite?
-Bueno, más que cuando lo escucho, cuando lo canto. Es genial cantarlo. Luego tienes otras estrofas que, a lo mejor, te sientes mucho más identificado. Cuando cantas eso es una especie de chiste, pero al mismo tiempo no, porque tenía mucho sentido entonces y mucha gente se lo tomaba en serio.
-Por supuesto, el impacto que tiene eso a los 17 años es tremendo. Ahora resulta tan naif…
-Sí, muchas partes de las canciones son naif. Y no solo las letras, sino las canciones. Pero eso está bien.
-A mediados de los ochenta apareció «La casa de la bomba», su mayor éxito. ¿Se lo esperaban?
-No puedo decir que nos lo esperásemos. Si yo sacase ahora un disco en solitario y tuviese ese éxito no me lo creería. Entonces, parecía algo más natural. Tocabas música y veías que había otros grupos que estaban triunfando, ganando muchísimo dinero, vendiendo muchos discos y decías “Igual ahora me toca a mí, porque estoy haciendo las cosas bien, una discográfica que me apoya, un buen productor, las canciones son buenas, ¿por qué no?”. Lo que pasa es que fue una cosa muy efímera, que duró muy poco. Pronto vimos que no iba a ser así y que nos íbamos a hundir. Pero ese momento de pensar que igual el grupo iba a tener éxito sí que existió, pero nos lo tomamos con mucha tranquilidad. Actuábamos mucho en directo y hacíamos mucha promoción en las teles y las radios, y veías que no era lo mismo que con los otros grupos que dominaban las listas. La gente nos trataba como personas un poco raras, no encajábamos en ningún sitio.
-Y como suele pasar en estas escenas, en cuanto alguien asoma la cabeza más allá del guetto y tiene cierta presencia, se empieza a renegar de ellos. Ustedes no pudieron escapar a eso
-Sí, nos pasó. Había gente que nos había seguido hasta entonces y dijeron la famosa frase de “Se han vendido”. El grupo no tenía mucha opción. Si estás grabando discos a nivel independiente y te sale la posibilidad de grabar en mejores condiciones y mayor distribución no lo dudas. Quizá ahora puede haber artistas que opten por un camino diferente, pero entonces era impensable: si te salía esa oportunidad la tenías que coger. Hubiese sido un poco tonto no hacerlo. Pero sí, había gente que nos decía que éramos unos vendidos y que el grupo ya no era lo que había sido, cuando en realidad yo creo que era exactamente lo mismo. Lo que a esa gente le molestaba es que desde ese momento todo el mundo tenía acceso al grupo, mientras que hasta entonces solo nos apoyaban una especie de elegidos.
-¿Aprovechando el 30 aniversario no hay opción de reeditar toda la discografía o hacer una buena caja recopilatoria?
-Bueno, los discos se han reeditado a lo largo de estos años, pero ahora coincide con un momento de crisis discográfica. Sería una buena oportunidad. Ese recopilatorio definitivo es algo que se tendría que hacer en colaboración con la discográfica que sacó los últimos temas, y eso ha sido imposible, no ha habido manera. Ellos sacaron una recopilación muy mal hecha en cedé, con una portada muy fea, sin comunicarnos nada. Yo creo que se perdió la oportunidad de hacer una buena edición con fotos buenas, un buen libreto, etcétera… pero, bueno, eso se escapa de nuestras manos.
-A ver si con el 40 aniversario.
-A ver [risas]
-En esos vídeos de Youtube que le mencioné sale con la diana mod en el bajo. ¿Sigue siendo el icono a reivindicar?
-Sí, el bajo Rickembaker con el que salía siempre en las fotos ahora lo tengo algo hecho polvo y no lo estoy llevando en esta gira, pero esa diana aunque no la haya puestop yo estoy muy orgulloso de llevarla [risas]. Es una simbología que nunca pasa de moda. Es más, a veces se pone de moda en sitios que jamás de lo esperarías y dices “Buff, esta gente no sabe lo que está haciendo”.
-Claro, ¿qué cara se le queda a uno cuando ve la diana mod y las invocaciones a los disturbios de Brighton 1964 en los diseños de Pull & Bear?
-Me hace gracia. Ya se sabe que todas esa cosa del rock o el punk como algo revolucionario se lo ha comido la industria. Queda mucha gente trabajando desde sitios alternativos, pero digamos que el rock como música contestataria ha desaparecido, creo que estamos en una época mucho más light, que en años anteriores.