Lo de Xavier Valiño (Cospeito, 1965) tiene mucho de heroicidad. Sobrevivir en un país como España (y, más aún, desde Galicia) informando y rebuscando en las dobleces de la música pop no deja de ser un pequeño milagro. Mientras en EE.UU. o Inglaterra, The Kinks o Prince son vistos con la misma entidad cultural que Julio Cortázar o Francis Ford Coppola, aquí, salvo honrosas excepciones, el pop posee en los medios un papel totalmente irrelevante y secundario, por no decir de puro relleno. Y en ese contexto, la heroicidad adquiere también tintes de cabezonería cuando, pasado el sarampión juvenil, se sigue erre que erre pretendiendo divulgar contra viento y marea las excelencias de Sr. Chinarro, Matt Ward o Drive By Truckers.
En Retratos Pop, el tercer libro de Valiño tras Rock Bravú y El gran circo del rock, se recogen hasta 47 entrevistas realizadas en los últimos 25 años por el autor en diferentes medios. El panorama destaca por su eclecticismo. De Nacha Pop (de quienes rescata una entrevista inédita realizada en 1983) a Calexico (cronológicamente la última de las conversaciones reproducidas)-, predomina el pop indie, aunque también ha lugar a agradecidas salidas de tono como Buika, Marizia o Sinnead O’ Connor.
Valiño, que considera que «la buena entrevista tiene que ver exclusivamente con la predisposición y los recursos del entrevistado», aclara en la introducción que la mayoría de los interviús compilados en Retratos pop, se enmarcan en ruedas promocionales de presentaciones de discos. Es decir, entrevistas de poco más de 15 minutos hechas a toda prisa días después de editado el disco y, a veces, ni eso. Quizá por ello, descargue el mérito del éxito en el entrevistado, aunque ello sea una relativa verdad que ningún director aceptaría.
Y es que, al margen de lograr un buen interlocutor, es necesaria agudeza y manejar muy bien los tempos de un cuestionario, para lograr que una artista como PJ Harvey abra, sin más, su corazón y se ponga a hablar sin tapujos de su anorexia o su relación sentimental con Nick Cave. También para plantarle a Sinnead O ‘ Connor una pregunta como: «Además, ahora que has declarado ser lesbiana. ¿Cuál de las tres Corrs, por ejemplo, te gusta?».
Claridad
El autor encaja más en el concepto de periodista quirúrgico que en el de crítico con pretensiones literarias. Ajeno al yo, mi, me, conmigo que tanto abunda en la profesión, en su caso cede el protagonismo total al artista. Introducciones mínimas y preguntas directas son, por lo general, las claves. De este modo, cuando surgen, personajes como Robert Smith (el líder de The Cure quien en 1996 le confesaba no estar a gusto con su cuerpo y que ello es lo que le hace beber) o Jarvis Cocker de Pulp (en 1998 ya aventuraba el bum de la pornografía en Internet y su anonimato) la lectura se torna altamente interesante.
De entre todos los textos, cabe señalar el dedicado a Prefab Sprout, capturados en su regreso de 1997 y precedidos de un extensa semblanza de su obra, la única del libro. También reconforta toparse con un excitante Bobby Gillespie resucitando a Primal Scream en 1997 o a Norman Blake de Teenage Fanclub echando la vista atrás a su obra en el 2005.
Tiene muy buena pinta.
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incrible, pero certo.