El dúo Silvania fue uno de esos grupos que obligó a muchos a abrazarse el pop independiente nacional, el que se estaba haciendo al otro lado del cementerio creativo de la radiofórmula de los primeros noventa. Allí, en las altas instancias del pop oficial, se decía que los grandes grupos del momento eran –¡agárrense!- Los Piratas, Presuntos Implicados o Revolver. Ante ello, escuchar discos como En cielo de océano suponía abrir una puerta hacia el mismo escapismo de Slowdive, My Bloody Valentine o Coctaeu Twins, un universo sonoro y poético al que tirarse con los brazos abiertos, cerrar la habitación con pestillo como si de un acto de guerra se tratase… y sentir la música en toda su intensidad. El mundo fuera, podía esperar. Y, si era con una banda sonora tan infame como la que proponían los medios, más aún.
Pero es que, luego, allá por el 94, sus integrantes Mario y Cocó se dieron un baño electrónico en el alucinante Paisaje III (imposible olvidarse de delicias como Pequeña hélice o En líneas sin fin) y aquel precioso single en papel cebolla llamado Avalovara. Ambos abrían una nueva dimensión inexplorada en el pop patrio. Líquido y circular, adelantaba el futuro techno que vendría luego, convirtiendo a Silvania en uno de los grupos más modernos y excitantes del momento.
Lo que vino a posteriori (la mutación al techno de Silvania o el proyecto Ciëlo, inspirado en el tecno-pop ochentero), pese a su innegable calidad, no logró atraparme de ese modo arrebatador. La devoción por las aventuras de Mario y Cocó, aunque siguiéndolas siempre, disminuyó de modo paulatino. Ayer, sin embargo, volvió todo. Al enterarme, con retraso, del asesinato (sí, sí asesinato, así de trágico) de Cocó todo aquello volvió de golpe al recuerdo. Primero, su imagen paseándose por el festival 981 en A Coruña de hace dos años con esa aura de estrella tan suya. A su vez un empujón, emotivo y emocionante, hacía el plato para escuchar, una vez más, unos sonidos que si siguen ocultos es porque, directamente, lo mejor de la década de los noventa sigue todavía por explorar. Aquí quedan dos de sus joyas para dar fe de ello:
Silvania «Trilce» (etapa shoegazer ambient-pop)
Silvania «En lineas sin fin» (etapa electrónica)
Lo que tiene delito es la reacción de los medios. Ya te comentaré. me ha gustado esta entrada. Estoy de acuerdo con lo que escribes porque me pasó lo mismo. Llevo horas dándole vueltas a este asunto.
Me sumo a la consternación y sorpresa del amigo Llorente. Y sobre todo a la indignación ante el trato que se ha dado a la triste noticia en la prensa. Me comentan que amigos y allegados de Cocó han decidido tomar medidas legales ante las falacias y calumnias con las que han abordado su fallecimiento en el «ABC» y «La Razón».
Con el caso abierto y todavía bajo secreto de sumario, clama al cielo que se especule con hipótesis turbias y malintencionadas. Espero que los responsables ardan en los tribunales.
hey javier gracias por tu s palabras soy mario silvania…mil gracias otra vez