Nadadora dijeron adiós el año pasado, pero su líder Gonzalo Abalo no se despidió de la música. Aunque con el proyecto grande escribió un emotivo the end, la otra aventura que llevaba a medias con su hermano Dani (también en Nadadora), Antenas Hacia El Cielo, iba tomando forma a guentagotas. Se trataba uno de esos proyectos que estaba ahí, gestándose con bocetos, pero que nunca acababa de desarrollarse. De hecho, algunas de sus canciones terminaron mutándose en temas de Nadadora.
El fin de la banda puso a Gonzalo y a Dani frente al vacío de la nada musical. Y tardaron poco en llenarlo, retomando aquel proyecto paralelo con la intención de darle fin. El fin se produjo este verano con un disco homónimo que nace en una habitación madura, sin sueños de adolescencia, ni pájaros de éxito revoloteando la menta. La venda antes que la herida. Así lo definen en el mail que mandan a amigos y allegados: “Un puro ejercicio de independencia creativa, ahondando en nuestras obsesiones como músicos, sin promo, sin Spotify, sin necesidad de vender discos, bajo la independencia más pura, la que tan sólo lleva a componer por el placer de hacerlo”.
Disponible para su descarga gratuita y escucha on line en la plataforma bandcamp, se trata de ocho temas que ahondan en el gusto del autor por esa línea invisible que va desde el afterpunk a los sonidos shoezagers que ya hizo gala en Nadadora. Pero aquí, todo llega con un plus de electrónica melancólica que obliga a pensar, inevitablemente, en OMD. Lo hace desde la misma introducción del disco, una pieza que nos lleva desde los primeros ochenta a los Silvania que se empezaban a decir adiós a las guitarras allá por el 94-95. Son dos de los ecos que se pueden percibir a lo largo de un disco que también bebe los vientos por The Cure, Disco Inferno, Field Mice y, por supuesto, Nadadora. Sí, aquí se encuentra el ancla más clara de Antenas Hacia el Cielo que, en cierto modo, toman su lado más sintético y lo llevan a la estética de la música de dormitorio hecha con ordenador.
El resultado es un disco notable que, tal y como indica en su web, se debe escuchar a gran volumen y en el que, como ocurría con los suecos The Radio Dept, aparecen mil y un caminos conocidos de los que encanta volver a recorrer otra vez. Porque, en cierto modo, Antenas Hacia El Cielo surgen como una declaración de amor a una cierta manera de entender el pop, con bruma, melancolía y evanescencia. Una visión que no va a triunfar y que, por eso, ya ni se va a intentar que triunfe. Pero que queda ahí, como un desvío ideal para pulsar el play del Iphone, justo cuando se sale del trabajo y, anocheciendo, generar palpitaciones parecidas a las que un día hicieron a uno rodear con un corazón el nombre de ciertas bandas. Si luego llega el deseo que se plasme en un vinilo al llegar a casa no hay que preocuparse: se trata de un deseo más a sumar a la lista