Me llama mucho la atención, ahora que se celebran 25 años del Blur de Blur, cómo se hace hincapié en que ese disco fue el acta de defunción del brit-pop. Da la sensación de que se dice con un ímpetu especial, como si en su momento fuera un “¡por fin se ha terminado esta pesadilla!”. Sin embargo, en todo el pop británico de los últimos 30 años no hay nada que haya calado tanto en esa generación como aquellos discos de Oasis, Blur, Pulp, Suede, Elastica y tantos otros que parece que había que disfrutar con reservas, justificaciones intelectuales y excepciones para todos los gustos.
Yo fui, en cierto modo, a ratos víctima de ese pensamiento delirante sugerido por cierta prensa musical. De ese dogma de la evolución formal por imperativo y los prejuicios con (casi) todo lo que fuera mirar atrás.
Y, por supuesto, la amplia gama de equilibrios imposibles que había que hacer para disfrutar de Suede, considerándolos uno de los grandes grupos de los 90 sin cargo de conciencia, al tiempo que veías como se rechazaban en los mismos registros a otros por “retro” y el clásico «no aportan nada» (fueran Los Flechazos, fueran Black Crowes). Así sin más. Con la superioridad moral del que se cree que vislumbra el futuro de continuo. Sostener, como teoría musical, que todo se estropeó cuando Oasis fueron número 1 (pero al tiempo defender Dog Man Star como una obra maestra) es un clásico de ese tipo de pensamiento.
Lo cierto es que en aquel brit-pop surgieron al menos una docena de álbumes memorables. Pero, sobre todo, una retahíla de singles tre-men-dos, de los que hoy no abundan precisamente. Cualquier grupo, por intrascendente que fuera, tenía su hitazo. Fuera Menswear, fuera Sleeper, fuera quien fuera. En La música no es lo más importante hablo de eso, de cómo miré siempre por encima del hombro aquello (yo era fan The Stone Roses y -dígase con grave tono trascendente- “esto lo viví antes y mejor”) y los disfruté a ratos, alternando el absurdo con el disfrute. Ejem… hay una crítica mía del Coming Up de Suede en algún fanzine, en el que lo calificaba de álbum pasable y recomendaba a la gente que escuchase a Mercury Rev, “el verdadero rock de este momento” (aquel, 1996). De seguir el dogma hacerlo a lo grande y con todas sus consecuencias. Menos mal que me duró poco la tontería. Menos mal que yo venía del rollo mod y garagero donde el revival no estaba tan mal visto y eso amortiguaba algo el absurdo. Menos mal que el papel se olvida 😉
En fin, que es una maravilla disfrutar de ese Blur delicioso. Pero también de aquel brit-pop que disparaba -día sí, día también- maravillosas rodajas de pop como jamás se ha vuelto a ver en las Islas Británicas. Sin ir más lejos, The Great Escape, el disco anterior de Blur es una joya. Pero en su día, se miró con recelo y desdén, con todo tipo de quiebros argumentales mientras se preparaba el funeral de todo aquello.