Me pilló hace un par de días por la noche. Revisaba videos en mis redes sociales y acabé viendo uno de Willie Nile. Se hizo en el concierto que dio en la sala Garufa de A Coruña en mayo del año 2018. Presentaba su disco de versiones de Bob Dylan y, entre visitas a clásicos como “Blowing In the Wind” o “The Times They’re Changing”, coló muchas de las canciones de su repertorio.
No era la primera vez que el el neoyorkino venía a la ciudad. Al menos actuó aquí en otras cuatro ocasiones, creándose una fiel parroquia de devotos que reciben cada una de sus actuaciones como quien espera la llegada de la primavera: siempre igual, pero siempre fascinante. Con Willie quien prueba repite. Es tal la energía que desprende su música y su manera de llevarla al escenario que resulta casi imposible no contagiarse por ella. Y sentirse vivo y jubiloso ante ella.
Willie Nile es el prototipo de obrero del rock and roll. Respetuoso con los maestros, honesto con sus canciones y entregado en el desarrollo del oficio. Muchos lo vemos como un Bruce Springsteen de bolsillo, con canciones que son potencialmente himnos de estadio, pero que terminan sonando en garitos de manera ante un público que no se puede creer que tanta magia no salga de esos pequeños locales.
Aquella noche del 2018 pasó lo que siempre ocurre en sus conciertos. Bailamos, sudamos y tarareamos sus canciones. Nos fundimos en el calor de su música guitarrera, melódica y cautivadora. Y nos sentimos, una vez más, como una pandilla de colegas desconocidos unidos por el poder arrollador de ese sonido.
Mientras pensaba en todo eso el otro día, sentía el cosquilleo interior. Me imaginaba allí, en el Garufa, con una cerveza en la mano y contestando los coros que solicitaba Willie poniendo la mano tras la oreja. Nada me apetecía en el mundo más que eso. Y, con la sonrisa en los labios, poco a poco fui aterrizando en mi toque de queda, con mi ropa de andar por casa, con los locales cerrados y la música congelada en los discos y los recuerdos.
Es el tiempo que nos ha tocado vivir. Este en el que uno tanto echa de menos a Willie Nile tocando frente a mi.