Desde hace unos meses me estoy encontrando con algo que me llama la atención: artistas que antes no tenían ningún problema en hacer una entrevista telefónica (y en muchos casos largar de lo lindo en ellas) ahora piden que sea por cuestionario. Lo piden por su gente de prensa, generalmente con tono amable y comprensivo: «El artista está muy liado y casi no tiene tiempo». Pero como insistas en hacer el tema telefónico, te vas a encontrar con otro tono. Puede ser un poco menos amable, o decididamente más seco. El que dice claramente NO.
Parece que a la gente le da miedo meterse en fregados y quieren controlar totalmente la situación. No quieren hablar de política. No quieren tocar las declaraciones que dijeron hace un mes donde ponían mal a otro artista. No quieren entrar en esa parte de su vida personal que se les ha colado en su obra. No quieren que cualquier cosa les pueda meter en un nuevo berenjenal.
¿La atmósfera de lo políticamente correcto y la claustrofobia de las redes sociales llega aquí también y nadie quiere mear fuera de tiesto? Si haces una pregunta incómoda se contesta otra cosa sin posibilidad de réplica. Y, dependiendo del talante del sujeto, incluso te llevas una faltada (esas que solo salen en este tipo de entrevistas, nunca en una normal). El que pierde es el periodismo musical y el lector que lo consume, claro. Que se encuentra con pseudodiálogos generalmente faltos de interés y que solo buscan la cuota promocional.
Una pena.