Ayer se hacía público a través de un comunicado de la Asociación Galega de salas privadas de música ao vivo (Clubtura). Todas las salas asociadas a esta red permitirán a partir de esta temporada que los menores de edad puedan acceder a los conciertos, siempre y cuando vayan acompañados de su padre, madre, tutor legal o persona mayor de edad. Ante de la indeterminación de la Xunta, que en su ley de espectáculos deja la cuestión en una zona confusa donde no se sabe si los menores pueden o no entrar en los locales, el colectivo da este paso adelante. Apelando a un montón de motivos. Desde la Declaración Mundial de los Derechos Humanos hasta el hecho de que la Xunta apoya a varios festivales en los que sí pueden entrar los pequeños.
Todo eso debería sobrar, imperando el sentido común por encima de tener que demostrar que algo tan sencillo como ir a ver un concierto a una sala gallega con menores de 18 años en el DNI no es una actividad delictiva o susceptible de sanción administrativa. Sin embargo, en este momento, muchas salas se ven en un dilema a la hora de autorizar este acceso. En varios reportajes al respecto que realicé el pasado mes de junio, responsables de salas me contaban cómo estaba la situación, pero me pedían no salir por miedo a una sanción administrativa.
“Es que en realidad si aparezco ahí me estoy autodenunciando”, me comentaba uno. Porque sí, sin tener unas reglas muy claras, los menores estaba entrando en algunas salas de conciertos, pero sin la más mínima seguridad jurídica por parte de los responsables.
Ahora se da este paso. Un “juntos podemos” que podría abrir el camino para una reforma de la ley en donde claramente se especifique cómo y cuándo puede entrar los menores a un concierto. Sería lo sensato, lo justo y, vista la situación, lo necesario. Una nueva generación de padres desea ver conciertos en familia. Y no le vale la excusa del alcohol, cuando este se dispensa a adultos en festivales, restaurantes, bares y hasta parques de bolas con total normalidad.
Yo quiero llevar a mis hijos a ver conciertos a las salas. Y quiero que el empresario que me deje entrar con él esté tranquilo de que no le va a ocurrir nada por permitirlo. Para eso, la solución pasa porque exista una ley clara al respecto. Ya está tardando.