Después de tener en el 2015 a A Veces Ciclón, este fin de semana disfrutaremos en Los conciertos de Retroalimentación del otro proyecto actual de Óscar Vilariño: Musel. Con Rabuña, un epé editado para Acuarela que se presentó en Retroalimentación, se muestran con una eléctrica propuesta entre el slowcore y el indie-rock de los noventa por el que pululan ecos de Galaaxie 500. Wedding Present, Yo La Tengo o Low. Todo ello interpretado en gallego e hilado a la perfección.
El recital será el próximo sábado 13 (A Coruña, Nave 1839, 20.30 horas, 5 euros) y estarán acompañarado de los coruñeses Mano de Obra, que ya actuaron hace años en una de las fiestas de aniversario de este blog. Es, por tanto, música pequeña hecha en la ciudad que se vuelve grande una vez que llega a tus oídos.
-Cambios de formación, un primer disco tras varios años de funcionamiento. ¿Está condenado a que sos proyectos funciones a trompicones?
-Claro. Cada uno se implica lo que puede y lo que le dejan, más en estos tiempos en los que la gente está sin trabajo o lo hace de manera temporal, con cambios de sitio. En un año puedes estar en varias situaciones que te permiten tocar o no.. Estar en un grupo es mucho compromiso y no siempre se puede.
-¿Es por eso que todo el mundo se hace cantautor a partir de los 30?
-Lo ven claro:«Así voy a a mi bola y no me faltan ocasiones para tocar, ya que solo respondo de mí». Está guay, pero a mí me gusta tocar con gente. Yo en el 2008 y 2009 tocaba solo por ahí. Pero no me compensaba, porque me agobiaba mucho y yo quiero tocar con más gente.
-¿Por qué empieza Musel?
-Empezó a hace muchos años, como en el 2011 o una cosa así, y lo hizo con la idea de escapar de lo que hice siempre, que era un poco más experimental. Yo aquí tenia ganas de a ver si era capaz de hacer canciones sencillas de pop, con estribillos y esas cosas. Me junté con unos amigos en Lugo, empecé a tocar y, bueno, luego llegó eso de los trabajos, las sustituciones de miembros y el no poder concretar. Eso hace que todo vaya lento. Esto es como la Seguridad Social [risas]. Pequeños retrasos que, al final, se hacen inmensos.
-¿Quería reaccionar a lo que hacía antes?
-Sí, cosas clásicas, con tres acordes. Yo tiraba hacia un rollo más ruidista y progresivo. Valetudo, pro ejemplo, eramos folk progresivo. Ahora no quería rayarme la cabeza
-Low o Galaxie 500 son algunas de sus referencias. No parecen muy pop, ¿no?
-Hombre, para mí Galaxie 500 es una de las cosas más pop que existen. No dejan de ser canciones muy sencillas, con coros y estribillos.
-Ya, pero cuando pienso en pop pienso en Teenage Fanclub no en Galaxie 500.
-También me gustan mucho ellos. La verdad es que Musel tiene varios tipos de canciones. Intentamos reflejarlo un poco en el disco, que cada una es de un rollo diferente. Pero tenemos más clases [risas]. Los últimos temas que hacemos son más en la onda de Yo La Tengo de los noventa.
-¿Su disco podría haber salido en los noventa en cuanto estilo?
-Sí, totalmente. La verdad es que es lo que más me influye. Sobre todo los grupos españoles, como Manta Ray. Ellos fueron mi referencia. Yo veía a Manta Ray y decia:«Quiero ser como ellos».
-Mucho Manta Ray no le veo, pero sí Sr. Chinarro o Paperhouse.
-Paperhouse no sabía ni que existían, hasta que salió el primer disco de Nacho Umbert y los escuché. Me gustaron. Pero Sr. Chinarro es otra cosa. Los discos de Acuarela son para mí una influencia vital, más que musical. Son muy grandes.
-De hecho, la portada de «Rabuña» es bastante «chinarra». ¿Es deliberado?
-No, la verdad es que no. Fue cosa de Iván y Eva, que lo hicieron todo. Teníamos una idea abstracta de hacer algo muy atlántico y gallego, pero sin caer en el tópico del cruceiro o el hórreo. Se nos ocurrió de los toxos con mar de fondo. Eva lo pasó todo por unos filtros y la verdad es que creo que quedó muy guay. Fue todo muy casual.
-Había un cuño gallego mayor: el idioma. ¿Una regla?
-Sí, es la única norma de Musel: todos los temas serán en gallego. Nació así y así seguirá, porque si no habría que hacer otro grupo. Ellos están encantados. De hecho me dicen que en A Veces Ciclón se les hace raro escucharme cantando en gallego.
-Canta sobre estados de ánimo, del amor que flota…
-Sí, amor, amistad, las relaciones humanas…
-También lo hace en A Veces Ciclón. Habla muy en abstracto, como si no quisiera concretizar. ¿Es así?
-Ummm… Yo canto de una sensación que tuve con una persona y los sentimientos están claros. Solo faltaría darle nombre, pero es algo que no voy a hacer. Son cosas que te pasan.
-Yo se lo decía porque ese ensimismamientos que ahora se critica del indie, de hablar mucho de uno mismo y no de lo que pasa fuera.
-Para lo bueno y lo malo paso totalmente de todo, de las corrientes de las modas y de lo que le pueda parecer a la gente las cosas. En mi día a día soy una persona muy comprometida, con mis ideas, pero en la música no lo demuestro de manera muy evidente. Una canción como Trebón habla de política, pero habla de ella a mi modo. Hago guiños, por ejemplo en la frase de hablo del sol, pero si lo explico pierde la gracia. Yo soy más de ambientes que de decir cosas, como hace Nacho Vegas. Me gusta más sugerir que explicar.
-¿No se ver haciendo algo como Nacho Vegas?
-No, ahora mismo no, desde luego. No es la manera en la que estoy acostumbrado a trabajar. Nacho supongo que escribirá mucho y luego hará música. Yo escribo primero la música y luego hago la letra, a veces con todo cerrado. Es como una ingeniería de encajar sílabas
-¿Cómo discrimina qué va para un proyecto musical y qué para para el otro?
-Ahora solo tengo dos grupos. En A Veces Ciclón el 90% de las canciones con con arpegios de guitarra y finger pinking. Musel es púa, tres acordes y melodía en la voz. Cuando estoy haciendo una canción ya tengo clarísimo si va para Musel o para A Veces Ciclón. La púa es la que marca la diferencia.
-¿Sabe en cuantos grupos ha estado?
-Creo que en 11. Y los que quedarán. Música siempre voy a hacer.