Vale Tudo y Emilio José
Sala Le Club. A Coruña. 27 de noviembre. 50 personas
Existe otro pop en Galicia. Un pop que nada tiene que ver con Deluxe, Silvia Superstar o Siniestro Total. Un pop que habita todavía más abajo que ese de Nadadora, The Blows o Triángulo de Amor Bizarro que, de cuando en cuando, asoma su rostro en los medios. Se trata de un pop que sobrevive subterráneamente en la endogamia indie. Esa en la que los conciertos casi parecen reuniones de bloggers, disyoqueis, miembros de otros grupos, fotógrafos, diseñadores… y, a mayores, sus amigos y parejas. Más allá de una segunda línea de parentesco se impone el vacío
El pasado viernes el escenario de la coruñesa sala Le Club cedió su escenario a dos pequeños grandes héroes de la noble causa de llevarle la contraria a eso que en España se denomina música de calidad y que no hace más que provocar bostezos. Abrieron el dúo coruñés Vale Tudo, con ese sonido suyo que mira al jazz y al folk, desde la estética post-rock y el minimalismo. Guitarra, batería y susurros. Esas son sus armas. La música, siempre enrarecida y sorprendente, el resultado.
Ya nadie les puede acusar de copiar a Jr. (ahora La Jr.), la banda asturiana de la que partía inicialmente su sonido. Sus estampidas rítmicas y sus quiebros melódicos pertenecen a otro mundo, el suyo propio.
Pero para universos personales queda lo de Emilio José. Con una delicada melodía de piano, cantó: «Carme Chacón ten un fillo e eu o secuestrei / lle dixen pagas un rescate ou que vamos a facer». Terminada la estrofa, confesó que el tema todavía no lo tenía terminado y a trompicones pulsó play a su particular manera de entender un concierto: medio música, medio monólogo, medio de coña, medio en serio, medio sentimental, medio político.
Eso tiene un problema. Al cuarto simulacro de canción, hubo quien afirmó que lo de Emilio José era una tomadura de pelo solo válida para petulantes snobs. El resto, sin embargo, sintonizó en todas sus facetas, la de cantante-a-pianito, la de popero suntuoso de bolsillo y la de rapero rural. Dándole la vuelta al repertorio que conforma Chorando apréndese, su álbum de debut, disfrutó e hizo disfrutar con Ourense, Febreiro, Río Grande do Sul e Astroturfing y todas esas canciones de juguete que han engatusado a la crítica especializada.
La gente se hartó a aplaudir y, al final, un Emilo José sonriente bajó a aplaudir al vacío del escenario. Un cierre, entre lo absurdo y lo genial. Ideal para un músico que serpentea constantemente ambos términos hasta confundirlos.