Existen grupos que generan en quien los escucha el impulso de montar una banda. Otros, sin embargo, incitan a crear un fanzine, un blog o cualquier otro tipo de plataforma. ¿Para qué? Pues para gritar a los cuatro vientos su existencia. Son esas bandas que, como Pal, deslumbran en conciertos de 20 o 30 personas, que cegarían a cualquiera pero que, sin embargo, pasan silenciosas en pequeñas reseñas discográficas en la prensa musical, que no levantan apenas revuelo. No existe luego esa entrevista que continúe la exposición. Tampoco una presencia normal en festivales. Al llegar a enero, ni rastro del disco en las listas de “lo mejor del año”, ni siquiera en las que acogen hasta 30 o 40 trabajos. Empiezan las cábalas sobre el porqué de la situación: las maliciosas (¿se habrá publicitado su sello lo suficiente?) y las inocentes (¿le habrán dado tres escuchas al disco para apreciarlo en su plenitud?). Siempre se llega a la misma conclusión: lo de Pal es una injusticia. Quizá la más grande del rock que se hace en España en actualidad.
Pal vienen de editar hace un par de meses, Error de fábrica, un trabajo sin rival en lo suyo por ahora. Sí, sí, en la producción del rock nacional de 2009 no hay un disco superior. Lo edita un sello con peso en el indie patrio, Limbo Starr (la marca de, entre otros, Nacho Vegas y Maga), supone ya su tercer álbum dentro de una notabilísima trayectoria y suena como una auténtica bomba. Sin embargo, ahí lo ven: vagando como un perro abandonado en medio de la red de carreteras de este rock español que invierte sus energías y aplausos en honrar la figura de Miguel Ríos, en vez de dejarse devorar por los –estos sí- mordiscos de realidad. Afortunadamente, más allá de la alegría de la -!ays!- plataforma ZP existe el arrojo, la clarividencia y el talento suficiente como para trenzar versos, de esos que penetran dentro hasta radiografiar los pensamientos mudos que se enrabietan reprimidos: “Si me quieren seducir con un hilo musical / si me van a vender humo aunque sea el mejor precio / si pueden decepcionar, estoy seguro que lo harán / ¡No los quiero conocer!, ¡No los quiero conocer!”.
Error de fábrica es, como bien reza el título, toda una anomalía. El grito –rabioso, desesperado, fisiológico- que emiten unas personas a las que les han obligado a no creer en nada y que se han construir un refugio en el que permanecer a salvo. “Son como disparos a punto de acertar / son como taladros antes de perforar / son como agentes de seguridad / son como técnicas de control mental / difíciles de soportar, difíciles de soportar” dicen en Son refiriéndose a todos los fantasmas que nos aprietan el cuello día a día. Políticos que piden ser tus amigos de facebook, multinacionales que se cuelan en tu vida sin permiso, charlatanes que hablan de cultura y compromiso mirándose el bolsillo, vendedores de algo que te acosan por teléfono,… que más da. Ante ellos siempre lo mismo: el silencio, el esquinazo, el echarse a correr con ese ritmo trepidante, hipnótico y tenso que marca todo el disco.
Hablan de Bo Diddley como punto de partida. Como en la música del hombre de la guitarra rectangular, los Pal de Error de Fábrica vertebran sus canciones en base a la rítmica. Los temas nacen de una batería, la del excepcional Kike Pierrot, cada vez más tribal y repetitiva. Las guitarras se funden con ella y entre ambas forman un denso magma de rock recio y poderoso. Sobre él se erige la voz clara de Carlos Toronado, que canta con una rabia contenida que, en ocasiones, estalla y deriva en un auténtico alarido. Cuando ello se produce araña. Mencionan en la hoja promocional a la urgencia reivindicativa de The Clash. También a la elasticidad de vanguardia de Can. De todo ello algo hay, pero lo que, sin duda alguna, existe, es una parcela propia en el rock nacional más rabiosamente interesante del momento.
Con Triángulo de Amor Bizarro y El Columpio Asesino como vecinos, Pal demuestran una vez más (no se pierdan el excepcional Canciones hacia el fin de una especie de 2006 y tampoco, aunque en menor medida, su debut Factores que afectan al equilibrio) que lo suyo tiene uñas, nervio y alcance suficiente como para que un disco como Error de fábrica no pase desapercibido. Al menos que no lo haga entre esos blogs y fanzines que deberían hacerle sacar los colores a la prensa oficial embobada entre nubes de humo. Qué estas letras sean solo una anilla más en la cadena.
Videoclip de «La última letra del alfabeto»
Sí, señor….Es un discazo, es un grupazo…el del vídeo es un temazo…
Tan solo añado que Pal conocen cuáles son los textos sagrados del rock sobre los blasfemar…y por eso suenan como suenan…
Argh! Totalmente de acordo contigo, a ver si algún festival galego (Lolapop, Dolorock…) arriscan «algo» e os traen, en vez de tanto Sidonie, Vetusta Morla e demáis grupos super-vistos.
Home, mira que eu nin os vou defender (que non o necesitan) nin, gracias a dios, son fan, pero é inexplicable, por completo, que coa de discos, concertos e lecturas (e escrituras) que tés á espalda me digas que che gustan estes, moitísimo, e Wilco non.
Hummm…
🙂
Eso, eso, a ver si algún programador arriesgado los trae a Galicia…aunque ahora con la crisis
Bienvenido, Emilio José. Bien se ve, sigues manteniendo la agudeza. Si me dices que eres un fan de Wilco entonces sí que me caigo de la silla.
Javi, e aproveitando a ver cando unha reseña do disco de Emilio José.
En cuanto tenga el disco en las manos, que está al caer.
Al menos estos parecen que saben tocar.El video-clip está muy guay