La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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rebel

Me detengo ayer en un kiosko a comprar una revista de música. Portada, cómo no, David Bowie. ¡Este mes me las pillo todas! «Debe traer un especial dentro, todas lo traen este mes», advierte la dependienta. «Aproveche, porque dudo que venda tantas revistas de música este año», le digo. «¡Qué va! Estos chavales no conocen a David Bowie. Es como la política. Mucho Pablo Iglesias y mucha historia, pero le preguntas quién es Adolfo Suárez y no lo saben», contesta ella frustrada. Se le nota muy quemada. «No tienen cultura, ni tienen nada, solo saben molestar e incordiar. Si leyeran algo o escuchasen música al menos», añade.

La mujer tiene el kiosco situado en una zona en la que el pasado verano fueron frecuentes las reuniones de adolescentes que, a veces, terminaban en pelea. Me enseña cómo le destrozaron el techo de su habitáculo. También me relata otras fechorías de los niños. «Los políticos pasan de todo. ¿La ley del menor para qué sirve? ¡Para que hagan lo que les de la gana!», me espeta. Yo le digo, tirando de oficio pero también de (triste y pragmática) realidad, que la próxima vez llame el periódico. Desde que salió una información de una macropelea frustrada en esa zona, vaya, jamás se volvieron a registrar incidentes: «Los políticos son todos así: si no ven el follón en el periódico hacen como si no existiera. Mire el botellón, cuando los vecinos se echaron a la calle y empezaron a llamar a los periódicos en vez de al 092, terminaron por prohibirlo en los lugares conflictivos, después de estar años diciendo que no pasaba nada». Ella asiente.

Después de diez minutos de «raje ciudadano», con el consabido «todos los políticos son iguales», nos despedimos. Camino hojeando el Popular 1 que me acabo de comprar: una doble portada con dos peligros públicos para las sociedades de su momento: Lemmy Kilmister y David Bowie. A mi cabeza acude el «Rebel, rebel» del segundo. Es algo muy común cuando camino por la calle: su riff vigoriza los músculos de las piernas. Y se entremezcla con la conversación de «vecinos quemados» de minutos antes. «Si leyeran o escuchasen música, al menos», decía ella. La frase se queda. No sé si se refería a que escuchando Ziggy Stardust los chavales no estarían incordiándola. Pero, una vez más, me ha hecho reflexionar del papel del rock en el 2016.