La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
Seleccionar página

triangulo-amor-bizarro bien

El próximo viernes Triángulo de Amor Bizarro edita su cuarto disco, Salve Discordia. Se trata de un más de lo mismo que para nada es lo mismo de siempre. Y eso a los fans del cuarteto de Boiro seguro que les encantará. El pasado domingo publicamos un reportaje en el Extra de La Voz sobre el, tomando como base una entrevista promocional previa con Rodrigo Caamaño, cantante y guitarrista. La recogemos ahora íntegra en Retroalimentación.

-Asegura la hoja promocional del disco que Triángulo de Amor Bizarro nunca habían sonado ni tan rápido ni tan lento como en esta ocasión. ¿Es así?

-Es otra cosa. En todos los discos llevamos las canciones al estudio y luego, en directo, las acabábamos tocando a toda hostia. En ese disco queríamos hacer canciones desde cero a la velocidad que tenemos en concierto. Es un punto de partida que lo cambio todo. Cuando usas una velocidad determinada afrontas de otra forma tanto las armonías como los arreglos lo afrontas. La producción ya se enfocó así. En otros discos aspirábamos a llegar al sonido ideal a base de capas de guitarras y producción. En este se buscó más sonar así de golpe, desde el principio. Hay temas en Victoria mística, como De la mano de las almas oscuras, en el que habíamos logramos un sonido determinado pero luego en directo tardamos mucho en hacerlo. En cambio, en este disco logramos el sonido directamente sin recovecos. Es ir del punto a al punto b como una línea recta. Así pudimos experimentar más cosas.

-Me habla de tocar a toda velocidad, pero está lo otro: tocar más ralentizado que nunca.

-Es un poco lo mismo. Siempre quisimos hacer canciones lentas. Escapamos de los medios tiempos. Nosotros nos movemos mejor en los dos extremos. Nos gusta lo lento, lo arrastrado, los ritmos de las baladas de Elvis. En este disco profundizamos en ello más que ningún otro. Antes metíamos alguna siempre, ahora hemos metido más.

-Son un grupo con fórmula: ruido y tenues melodías. ¿Se plantearon cambiar el sonido en esta ocasión?

-No, al contrario. El sonido que fuimos consiguiendo con los años es lo que tenemos y lo que nos hace propios. La única diferencia es que lo que antes hacíamos con diez capas de guitarra ahora lo hacemos con una. A partir de ahí hay más espacio para trabajar. Esto es más lozano. Grabar con más espacio y más medios nos ha permitido esto. Peor no hay ninguna intención de cambio.

-Ha dicho usted que este es un disco menos indie. ¿Hay una huida?

-No, es nuestro cuarto disco ya. Hay canciones como Estrellas místicas o De la monarquía a la criptocracia que encajan mejor en esa idea del indie, de la que nosotros somos parte. Pero no queríamos entrar en la comodidad y hacer otra vez esas canciones. Quieres ir a lo desconocido. El indie ahora a lo mejor no es el indie que recordamos. Ahora parece que es un estilo muy fijado y no me veo haciendo cinco discos más con un sonido determinado porque esté englobado en el indie. Las influencias que tenemos en este disco son las mismas de siempre, pero a lo mejor la aguja señala a otros grupos no tan indies. Hablábamos antes de Spacemen 3 [se refiere a la conversación previa a la entrevista]. Tú le hablas de eso a un indie de ahora y para él no es indie. Para mí sí. ¿Qué ahora tenemos más influencias del rock n’ roll y de garage? Sí, pero eso lo escuchábamos ya antes.

-De todos modos, hay guiños en el disco muy obvios a New Order o Jesus and Mary Chain.

-Sí, nunca tuve miedo a ello. Hay que ver dónde está tu personalidad. Nosotros esos guiños siempre los hicimos sin miedo. Nuestra personalidad está más allá del guiño. Cuando hacemos cosas que no se parece a nosotros, que no tiene ese sonido, lo rechazamos. Eso es lo que nos permite jugar con estos tics. Lo hemos hecho siempre: usar frases de otros grupos. Eso está en el adn del rock n’ roll: jugar con los standars con tu propia personalidad.

-Siguen viviendo en la aldea. ¿Cómo los ven en Boiro, ahora que salen noticias de que giran por EE.UU.?

-No, yo creo que nos ven como una orquesta normal y corriente. Te ven, dicen: «Ahí vai o fillo de Caamaño, que ten un grupo» y no hay nada más. Nosotros estamos en Abanquerio, todo lleno de campo y casas unifamiliares. Algo tienen que oír de nuestra música. Pero todo es muy normal. Hacemos vida de aldea. Eso está muy bien, porque nos evitamos la ciudad. Tú, por ejemplo, vives en Malasaña y se te va la cabeza. Nosotros tocamos de manera normal, al margen de todo. Es un sitio genial. Estás en invierno, ahí en el local de ensayo, miras las cosas con calma y pruebas hasta que encuentras.

-¿Ha sido clave estar ahí?

-Sí. Cuando estábamos en A Coruña, sacar el primer disco fue complicado. Pero luego, una vez editado, seguíamos ensayando allí y nos costaba mucho. Venían tus amigos, venían los del otro, y al final, no tenías a sensación de soledad del grupo ni el momento de asimilar nada. Aquí nos metemos tres o cuatro días por semana. Tocamos horas y horas. No hay más distracciones que las que queramos buscar nosotros. Si tuviéramos 20 años a lo mejor no, pero ahora no creo que haya nada mejor que esto.

-Hace poco hablé con Marcos Collantes, el dueño de Mushroom Pillow, su sello discográfico. Le decía que quizá ustedes ya habían tocado techo en España en cuanto a público. Él me contestaba que podía ser, pero que quedaba mucho mundo por delante. ¿Lo ven ustedes así?

-Yo creo que podemos crecer más aquí aún. Nosotros en todos los discos hemos ido ganando fans. Todo puede ser. Esto es tan de canciones sueltas que, de repente, una canción entra y te conoce otro tipo de gente. Pero, bueno, nuestra intención es esa: ir a fuera. En verano estuvimos en EE.UU. Nos encontramos con miles y miles de personas que hablan castellano. Es un público potencial. Vas con la idea de un país anglosajón e hicimos siete conciertos con todo lleno. Hay más gente que habla español allí que en España. Y con una escena musical súper desarrollada. Nosotros nos hemos visto con un grupo así, sin un éxito masivo, pero sin estar cerrado a nada. No nos quita el sueño. Es lo que han hecho los grupos americanos desde hace tiempo. Tú ves a Yo La Tengo, que no son un grupo grande, pero son conocidos en todas partes. Viajan por todo el mundo y son grandes en lo suyo. Nosotros miramos a América.

-Al margen del castellano, a un fan americano del shoegazer le puede gustar Triángulo de Amor Bizarro como algo exótico. ¿No ocurre?

-No, el idioma es muy importante. Los que hablan inglés les suena esto raro. Pero en EE.UU el idioma que crece es el español. La gente joven son de segunda y tercera generación. Escuchan rock, pero lo prefieren en su idioma, porque se sienten más identificados. Estás en Brooklyn tocando y ves que hay comunidades enteras latinas. Nosotros, por ejemplo, la ciudad en la que más seguidores tenemos hoy en día es México DF. Mucho más que en cualquier de España.

-Últimamente una de las críticas más frecuentes al indie es la del supuesto elitismo que propugna, de ser grupos deliberadamente pensados para no ser populares. Ustedes con esa filosofía de enterrar las melodías entre ruido podrían ser una diana perfecta. ¿Qué piensa?

-De verdad, eso del elitismo del indie me parece una estupidez gigantesca. Me parece un rollo de una visión de entre Malasaña y la Castellana. Tú montas un grupo porque quieres hacer la música que te gusta, no hay más. A mí me gusta Suicide más que cualquier otra cosa en el mundo. Es lo que me emociona. Y cuando hago música voy por ahí. Yo veo esas actitudes igual que lo que aquí se dice ser un desertor del arado, en plan estas veinte años en un rollo y luego lo detestas porque te llega la crisis de los 40. Tener 40 años y poner a parir a los de 20 por lo que les gusta es de abuelo cebolleta y de amargado. No sé, yo cuando tenía 18 años ojalá que le gustase a todo Boiro lo que me gustaba a mí [risas]. Aquí lo veo de una forma muy diferente. Aquí la mayoría de la música que hay es la de las orquestas, verbenas con la Paris de Noia y la Panorama. Es absurdo. Mucha de la gente que hacía o hace esa música es porque le gusta, aunque no haya público y aunque te critiquen. Nosotros seguimos en esto por eso. Creo que es muy de mear fuera del tiesto. Este debate que viene de antiguos indies. Es muy estúpido todo. Si se viniera un mes a Boiro cambiaría de opinión. Aquí la cultura dominante es otra y decir eso es vivir fuera del mundo. Los que hablan de esas cosas deberían salir de Fuencarral.

-En esas críticas se habla mucho del tema político y de cómo se omite. En ese disco hay una frase que creo que pasaría a la historia: «Habría votado a la derecha por ti».

-[risas] Pues esa canción habla de ir en una moto, apagar la luz y tirate por una cuneta. Me parece bastante peor y violento. No eres el primero que se ha quedado con ella. Yo pretendía hacer una canción de amor bonita pero pasadísima de vueltas, que contestaba a la que sale antes.

-En otra dicen «Europa es una zorra y está matando a la juventud». ¿Hay una visión política de Triángulo de Amor Bizarro dentro de su caos habitual?

-Sí, siempre ha sido así. Puede que haya afinado más en esas cosas.

-¿Pero hay algún tipo de reacción en ello?

-Yo cuando escribo busco que me genere a mí algún tipo de sensación, que me cuadre en la cabeza. No digo: «Voy a hacer una canción política». A lo mejor usamos más la política como una un punto de partida para una idea más personal. En el 2007, cuando nadie exigía a nadie definirse y decir de qué partido eras, nosotros ya teníamos esas cosas. Son las cosas que te importan. No hemos cambiado el discurso a algo más político por presiones externas. Pero presiones que sí creo que hay. Ahora se le pide a los grupos manifestarse políticamente. Pero si no puedes decir tú si quieres manifestarte políticamente de qué vale hacerlo, si es una imposición. No, cada uno tiene que hablar de lo que sienta y de lo que pueda. Los grupos que no se manifiestan políticamente pueden hacer actos políticos muy subversivos, sin hablar del presidente del gobierno. Muchas veces se confunden las cosas. El rock n’ roll no es solo música, ni solo palabras. Es una conjunción de ambas cosas. Si no, me metería a poeta. La música sirve para expresar cosas a las que no llegan las palabras.

-¿Le han propuesto ya conciertos tocando las canciones del primer disco en el mismo orden?

-¡No que va tío! ¡Por Dios, eso no! Dentro de otros diez años, puede. Siempre tocamos alguna del primero: la que más nos gusta a nosotros y la que más le gusta a la gente. Estamos en el presente y el futuro. Ese disco fue la hostia hacerlo.

-La gente lo sigue viendo como el clásico.

-Depende el sitio. Para algunos es Año Santo. Pero para otros fue un bajón, porque es más duro y macarra. En México el disco clásico es el segundo.