La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Es un placer tener en Los conciertos de Retroalimentación a Apenino. Ya en los tiempos del Feedback-zine, Dar Ful Ful, el anterior grupo de Marco Maril, se convirtió en una de las formaciones de referencia de la web. Intentando de todas las maneras que tocasen en A Coruña. Pero no pudo ser: se disolvieron antes de llevar a cabo este recital. Nos desquitamos luego con Apenino, el proyecto en solitario de Marco. Con la edición de Bumerán, bumerán le organizamos una pequeña gira en A Coruña y Ourense. Por ello es toda una alegría recuperarlo con un disco tan bonito como Viravolta, una especie de «todo sigue siendo lo mismo pero muy diferente» con el que Marco sigue instalado en esa estrella de la constelación del pop tan especial. Mañana estará con nosotros (sábado 31, Casa Tomada, 20.30 horas, 5 euros) en el doble cartel que lo trae con A Veces Ciclón. Y va a ser una noche deliciosa.


-Se estrena con el gallego. ¿Le pregunto por el motivo o mejor por qué ha tardado tanto en hacerlo?

-Surgió de forma natural, pero sí, la pregunta que me hago ahora es por qué no lo utilicé antes. Veo que el resultado me gusta mucho y supongo que había muchos prejuicios en general con el uso del idioma gallego en el pop. Aparte de ser un idioma muy musical y poético, está el hecho de que emplear un idioma propio le da un componente más personalizado a lo que haces. Yo uso el gallego. En mi casa mis padres hablan en gallego, aunque luego con nosotros hablaban en castellano. Soy de esa generación un poco extraña. Luego ves que lo hablan tus padres y tus abuelos y empiezas tú a utilizarlo.

-No es el único. Por ejemplo, el último caso es el de Chicharrón, que también van a cambiarse de idioma. Parece una tendencia más natural que otros intentos anteriores, más promovidos políticamente.

-Cada uno tendrá las intenciones que tenga. Yo lo desconozco. Políticamente, siempre resalto que yo no me considero una persona nacionalista. El uso que hago yo del gallego no es político, aunque sí que parte del sentido de que, en estos momentos en los que hay un poco de oscuridad del idioma por el poco cuidado que se está teniendo por parte de los gobernantes, sí que quería poner mi granito de arena. Pero eso no tienen nada que ver con una ideología nacionalista, ni española ni gallega. Yo creo que la libertad de los pueblos, en la libertad de fronteras.

-No me refería a eso. Pensaba en cosas como la TVG en los noventa con la música

-Sí, son movimiento que parte de darle un contenido nacionalista a la cultura.

-Bueno, nacionalista, nacionalista, no creo. Gobernaba el PP…

-Sí, pero los argumentos que se usan buscan ese tipo de intenciones. A mí no me gustan.

-De todos modos, la suya me sigue pareciendo una postura política aunque no la haga un político. ¿No cree?

-Sí, pero mi uso del gallego es algo personal, no porque haya unas ayudas, como pasó en su momento. Yo cuando tuve el sello Splat me ocurrió. Me decían “¿Por qué no pones una canción en gallego y así podéis conseguir que os subvencionen el disco?”. Y yo pensaba: no voy hacer nunca una canción en gallego por eso. Y sí que había muchos grupos que hacían canciones en gallego por ese motivo. Por ejemplo, en las grabaciones que se hacían en la Radio Galega te exigían tener como mínimo un tema en gallego y te graban el disco gratis. En su día a mí, por ejemplo, me llamaron para tocar en el Curturgal. Cuando estaba todo cerrado me llaman y me dicen “Mira, es que nos dimos cuenta de que no tienes repertorio en gallego”. Curiosamente, en ese mismo Curturgal tocaba Nacho Vegas que, que yo sepa, no canta en gallego. Cuando era la época del Bipartito se daba esa paradoja: se promocionaba un grupo de fuera pero de dentro, si no cantabas en gallego, no te contrataban ni te daban bola. Son cosas que no tienen sentido.

-Llevaba mucho tiempo sin sacar un disco grande. Seguro que hubo gente que pensó que Apenino era ya parte del pasado. ¿Estuvo en riesgo en algún momento el proyecto?

-No, la verdad es que no. En estos años en los que parece que no he hecho nada la verdad es que he hecho un montón de cosas. Lo que sucede es que no han trascendido tanto como la salida de un disco. Saqué varios singles, hice colaboraciones con Rafael Romero y Mónica Vacas, hice cosas de diseño sonoro… Lo que pasaba es que no tocaba en directo, porque el trabajo no me lo permitía. Ahora soy más activo, pero siempre estaba en mi estudio trabajando.

-Pese a que supuestamente Internet lo había cambiado todo, lo cierto es que los ciclos de los músicos pop los continúa marcando los elepés.

-Sí, es sorprendente, en eso no ha cambiado nada. Yo no estuve desaparecido, lo que pasa es que aparecía de otro modo.

-Si hacemos un puente desde “Un rayo de sol” hasta “Viravolta” lo cierto es que continúa ese sonido electrónico marca de la casa. ¿Hay un canon ya definido en Apenino?

-Bueno, en los singles hubo canciones más acústicas, con ukeleles y esas cosas, pero ahora tiendo cada vez más a lo electrónico. En este disco esa huida hacia lo artificial es muy evidente y premeditada. Prácticamente, no hay elementos acústicos. Los ukeleles que hay son eléctricos y no llevan el peso de las canciones. Estoy muy cómodo en ese formato.

-Antes usaba una mandolina eléctrica, ahora un ukelele. ¿Tendencia a lo pequeñito?

-[risas] Sí, siempre me gustan las cosas pequeñas. Tiendo siempre a ello. Si encuentro un aparato más pequeños siempre acabo por ahí. En lo analógico, especialmente. El sonido de las cosas pequeñas me atrae mucho más.

-Es un poco paradójico que haga este disco pensando en que va a tener un apoyo amplio de directo y que, al mismo tiempo, sea tan de estudio.

-Sí, en directo cambia mucho. En general me interesa que varíe bastante. Cuando voy con el proyecto de banda, con Linda Guilala aún tiene algo de relación con el disco. Pero cuando hago yo conciertos solo, cambia mucho más. Pienso que antes existía un poco de ese complejo de ir a un concierto y, si no te encontrabas lo mismo que en el disco, protestabas. Ahora veo que es diferente. Vas a un concierto y casi esperas que la persona haga algo distinto. Creo que es bonito.

-Usted con el directo siempre mantuvo una relación incómoda, ya desde la época de Dar Ful Ful. Le vi en el Festival Microscopico mucho más feliz. ¿Ya ha encontrado su sitio?

-Sí, esa evolución la noto. En su día llegaba a ponerme físicamente enfermo cada vez que tenía que tocar. En unos conciertos que tuve de la época de Bumerán, bumerán llegué incluso a perder la capacidad de caminar. Todo estaba asociado al estrés. Tenía muchos problemas, me emparanoyaba mucho. Para mí era casi enfrentarme a un abismo. Con los años he aprendido a quitarme un poco ese miedo y ahora puedo incluso decir que lo disfruto. Lo paso bien.

-El disco arranca con una mirada a Lois Pereiro y un guiño a Alan Vega y Suicide.

-Sí, escuchaba mucho a Suicide en esa época. Y sí que hay un guiño a ese sonido, no tanto en lo estructural, pero sí en la sencillez de arreglos y sonidos que se utilizan. Quizá tenga más que ver con Alan Vega, cuyo trabajos en solitario también me gustan mucho. Quería casar esos dos mundos.

-Me cuesta “casarlo” con esos dos personajes de vidas tan oscuras, al límite y roqueros. Le veo más amable, más pop, más reposado.

-También tengo mi lado oscuro. En mis gustos el espectro es súper amplio. No lo veo tan alejado. De hecho, Lois sí que era un poeta oscuro, pero yo tengo coincidido con él en conciertos de lo más variado. Muchos de mis artistas favoritos tienen ese punto trágico. Siempre me ha atraído eso, aunque yo sea de otro modo.

-Alguna vez he pensado como fan que “uso” a los artistas, como que ellos viven las experiencias que yo no puedo vivir. Moralmente me ha hecho pensar alguna vez sobre la perversión que se puede tener como oyente.

-Al final todo es jugar con la fantasía. Tanto la música como la literatura o cualquier tío de arte, muchas veces es acercarte a espacios o ambientes en los que tú nunca entrarías por tu rutina diaria o por ciertas formas de vida. Pero, a lo mejor, las disfrutas porque te son ajenas y muchas veces lo ajeno te hace sentirte atraído. Yo siempre digo que en aquella generación de Lois, donde tantos cayeron en la droga, no sé hasta qué punto si hubiéramos vivido ahí hubiéramos también caído en ese tipo de mundo. Seguramente. Eran gente como nosotros, inquieta en los musical, lo poético y lo cultural.

-El periodista David Saavedra escribió una nota promocional del disco en la que destaca como una característica global suya “el nudismo a la ahora de afrontar la canción”, en referencia a lo mucho que se expone en las canciones. Esta vez, sin embargo, da la sensación de que está buscando más fuera que dentro. ¿Hay un cambio?

-Pues sí, es mi disco menos autobiográfico. Hablo poco de mí y luego acudo a Lois, a Xulia Alonso,… Acudo a cosas ajenas. De todos modos, quizá hablo menos de mí, pero creo que se me puede conocer mejor a través de este disco porque doy mi punto de vista sobre esos temas. Por ejemplo, en las canciones más sociales, tocaba otro tipo de exploración, no tan íntima y sí más colectiva.

-En ese sentido hay un impulso generalizado en el indie de afrontar esas temáticas que si salían en el heavy, en el hip-hop o en la música de autor.

-Es que antes estábamos adormecidos. La situación era mejor que ahora.

-Entonces la gente estaba intentando no ser mileurista.

-Tampoco era para echar cohetes, pero lo de ahora es dramática en lo económico, en lo social, en todo. Hay muy poca visión de futuro. Son años muy oscuros. Antes no lo vivíamos de esta forma. Ahora está tan latente en tu vida y en la de los demás que resulta imposible no hablar de eso.

¿En ese sentido no hay, como en el caso del gallego, la pregunta de por qué no se hizo antes? Se lo pregunto en particular y en general.

-En mi caso no me pedía hablar de eso, pese a ser una persona muy crítica, muy de izquierdas y muy interesado en la política. De hecho, estudié Ciencias Políticas. Sin embargo, ese tipo de temas nunca me atrajeron para la música.

-¿Cuándo se rompe esa separación?

-La situación. Si de repente aquí todo el mundo viviera bien y existiera un respeto a la dignidad social de cada uno, pues probablemente habría que tratar distintos temas. Pero, por ejemplo, La estafa social responde a ese sensación de vivir en un momento de estafa total, de caradura de la gente que gobierna. En su día no la viví. Ahora sí, y no puedo evitar hablar y denunciar ese tipo de coas.

-Luego hay otra, titulada “Opresión” en la que no sé si juega con la metáfora de una mujer maltratada o acentúa la crisis en la mujer. ¿A qué juega ahí?

-Ese tema es parte de un trabajo que hice con la artista Mónica Mura, que iba sobre la opresión social en el mundo de la mujer y de su papel en esta crisis. Se habla de violencia de género, de desahucios, de la violencia infantil… Pretendía hacer una pieza pop de una pieza larga instrumental que daba juego a las imágenes de Mónica. Me parece otro de los temas importantes que nunca somos capaces de superar socialmente. Por mucho que se hable del tema y por muchas medidas que se tomen, siguen apareciendo mujeres maltratadas y mujeres asesinadas.

-Una de las mejores noticias del disco es reencontrarse con la voz de Mónica Vacas (Mus). ¿Cómo logró incorporarla a Apenino?

-Fueron cosas del destino. Trabajé mucho con ella, por cosas que estaba haciendo con Rafael Romero y proyectos para Sinsal. Poco a poco fuimos entablando una conexión y, cuando preparaba la versión de La leyenda del tiempo de Camarón, veía que mi voz no funcionaba. Pensé en ella. Se lo propuse y, curiosamente, para ella esa era una canción muy especial porque le recordaba a su padre. Entonces, fue como una casualidad. Luego surgió Opresión y la cosa esta abierta a nuevas colaboraciones.

-¿Era usted fan de Mus?

-Sí, mucho. Me encanta su voz. Cuando empezó a cantar en los discos de Árbore que hicimos Rafa y yo, veíamos como las canciones que tú hacías las cantaba ella y adquirían un salto cualitativo impresionante. Escuchabas eso y te preguntabas: ¿pero cómo puede ser que esta mujer no esté cantando?

-¿Y qué tal hacer un disco completo cantado por ella?

-¡Ojalá! A mí cantar es lo que menos me gusta, y me encantaría. Ya veremos qué pasa.

-¿No da un poco de coraje versionear a Camarón de la Isla del modo que lo hace usted?

-Bueno, como todo lo que hago surge de una manera natural. Esa era una de mis canciones favoritas de todos los tiempos. Entre en el mundo de Camarón a través de Paco de Lucía, por el tema de la guitarra, que me interesaba mucho. Esta canción era como sagrada. Todo el mundo me decía ¿pero te vas a atrever? Pero a mí me gustan los retos. Y cuando haces algo sobre el que no buscas el rendimiento económico y el qué pensará la gente, te puedes permitir este tipo de lujos.

-Pues si a los puristas del flamenco ya no les gustó lo de Los Planetas, no quiero pensar qué pasará con este.

-Bueno, cada cual lo ve cómo lo ve. No está hecho con la intención de herir a nadie ni provocar, sino todo lo contrario: es respeto absoluto y admiración total.