La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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THE GODFATHERS
A Coruña, Le Club
15-2-2013

Como si no hubieran pasado dos décadas desde su momento de máximo esplendor. Con solo tres temas certeros –Cause I Said So, She Gives Me Love e If I Only Had Time, ahí es nada- The Godfathers tenían al público a sus pies. No, la edad no ha hecho mella en ellos. Los londinenses siguen apretando la mandíbula, tensando el músculo y llegando a su audiencia como un calambre. Abajo, pescuezos desconyuntándose, gestos de placer y una sensación que, para muchos, parecía perdida: la del latigazo del rock de garito impactando en toda la piel.

Peter Coyne -micro a dos manos, mirada furiosa y smoking a juego- ofició de maestro de ceremonias. Y su banda, con desfasada estética ochentera (inenarrable la indumentaria de su hermano Chris), lo secundó con eficacia. Al igual que ocurriera en su visita del 2011, se constató que, lejos de no afectarles, el paso del tiempo les sienta de maravilla. No solo porque físicamente parezcan aún creíbles en su pose de matones a sueldo de otra era, sino porque algo mucho más importante: su música en el 2013 semeja la verdad misma del rock golpeando en el rostro de una generación criada con The Libertines y Arctic Monkeys. Estos directamente fliparon. Los más viejos pusieron cara de “Yo ya lo sabía”.

Con autoridad, hilvanando una tras otra, el cuarteto fue explotando todas sus vertientes. La roncanrolera con la rolliza Cant’ Leave Her Alone, la incisiva con el nervio afilado de This Damn Nation y la actual de la mano del puñetazo guitarrero de Back Into The Future. Para el final, quedó el himno del grupo por excelencia: Birth, School, Work, Death. Ahí los veteranos alzaron el puño. Orgullosos no solo de haber vivido aquellos días de esplendor del grupo, sino el volverlos a vivir (y, tristemente, constatar que la situación actual aún es peor que la retratada en la canción).

El bis se saldó a lo Doctor Feelgood con Public Enemy number 1, I’m Unsatisfied y su ya mítica versión del Cold Turkey de John Lennon. Demoledora, sudorosa, cabreada. Con ella el concierto del mismo modo que arrancó: en un nivel de intensidad 10. La pregunta al final era: ¿Si estos tipos ahora consiguen este nivel de tensión qué harían cuando tenían 25 años? Solo los más mayores lo saben. El resto nos lo imaginamos.