La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Tindersticks
A Coruña, Auditorio del Ágora
20-octubre-2012

Seguramente una buena parte del público que acudió el sábado a ver a los Tindersticks llevaba años sin escucharlos. Normal. En teoría, sus grandes obras datan de los noventa. ¿El resto? Ejercicios de un estilo, el suyo, que ya figura entre los clásicos del pop británico de las últimas décadas. Se trata de buenos álbumes, nadie lo pone en duda. Pero no logran clavar el dardo de la pasión con la precisión de antaño hasta llegar el punto de dejarlos pasar sin prestarles atención en medio de la avalancha de lanzamientos. Craso error.

En el Ágora pronto se reveló la verdad oculta en la inercia. Ocurrió al cuarto tema, Show Me Everything. Creando una nube hipnótica, la banda manejó la tensión de la pieza de manera magistral, elevándola minuto a minuto. Toda una gama de suspiros, golpes de emoción en el pecho y respiraciones contenidas emergieron en la platea constatando esa verdad: Tindersticks continúan en la división de los grandes. Y no solo por su (glorioso) pasado. También por su (igualmente glorioso) presente. La canción pertenece a The Something Rain (2012), el disco que presentan en esta gira y que se puede tomar como una toda una (gloriosa, insistamos por tercera vez) resurrección.

Efectivamente, el repertorio del novísimo álbum mandó y brilló en la escaleta. Lo hizo con la inaugural Medicine, con los dejes souleros de This Fire Of Autumn, la zozobra metálica de Frozen o la preciosa delicadeza del Come Inside final. Con un sonido excelente realzando todos y cada uno de sus detalles no hicieron sino demostrar lo vivos e inspirados que están Stuart Staples y sus chicos en 2012.

Las miradas atrás resultaron igualmente satisfactorias. Insertando retazos de su repertorio en esta nueva estética —menos drama, más narcotismo, la misma contención vocal de siempre—, por ahí pasearon delicias que pellizcaron el corazón. Dying Slowly de Can Our Love… (2001) resultó especialmente conmovedora a mitad de actuación y Sleepy Song de Tindersticks(1995), todo un regalo. Luego, mandaron los temas de Falling Down A Mountain (2010). Desde un No Place So Alone entre palmas a la ceremonial de Harmony Around My Table con la que inauguraron un bis que, pese a la insistencia, no tuvo continuación.

He ahí el único pero de un recital soberbio que no solo reveló la verdad de los Tindersticks. También certificó otra: que el Ágora es uno de los mejores recintos para este tipo de recitales que existen Galicia. Doble lujo, vaya

Foto: Paco Rodríguez