La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Christina Rosenvinge & Refree
Auditorio del Ágora, A Coruña
29-1-2011

Hay que tocar. Si no puede ser con grupo completo, pues se hace cómo se pueda. Esa máxima se ha instalado de un modo tal que ver a una formación de cantante, doble guitarra, bajo y batería empieza a ser, en algunos ámbitos, algo extraño. Y, concretamente, en el mundo de ese pop que mira al folk desde la madurez, totalmente excepcional.

Sirva como ejemplo Christina Rosenvinge. En A Coruña la vimos en formato trío presentando Continental 62. Luego en su aventura con Nacho Vegas a lo grande, pero no dentro de un concierto exclusivamente suyo. Y hace menos de un año en acústico con Charlie Bautista. El domingo lo hizo junto a su nuevo compañero de aventuras, Raúl Fernández (Refree), y una chelista. Resultó bonito, en ocasiones apelando incluso a la piel de gallina. Pero, al final, dejó esa agridulce sensación de haber sido, otra vez más, un concierto de circunstancias y no ese repaso a su carrera con banda por el que muchos de sus fans aún suspiran

Ello no quita que la velada resultase interesante. Y, para muchos, especialmente reveladora. Sí, porque el aperitivo inicial de Raúl Fernández sirvió para engatusar al público no familiarizado con Refree. También para constatar, delante de sus seguidores, que esas canciones en versión esquelética resultan más bonitas que con toda la parafernalia de arreglos. Dedicándose él a la producción, llevará el defecto profesional de serie pero, visto lo visto, debería atreverse a prescindir del aderezo. Canciones como Un buen tío o Al Senyor Beltran, interpretadas solo con voz y guitarra, lo piden a gritos. Una nueva escucha del Pink Moon de Nick Drake podría ser el empujón definitivo.  

Esta rara cualidad no la posee, sin embargo, Christina Rosenvinge. A ese nivel su repertorio rara vez gana. Como mucho se mantiene y, en ocasciones puntuales, lo peor: chirría. Fue el caso de Anoche, que dejó ver demasiados espacios en su ejecución. En la otra cara de la moneda, se situó la caleidoscópica Tok, Tok, que se benefició de ese chelo bizarro revelándose como uno de los mejores momento de la noche. También sonaron joyas de la última cosecha como La distancia adecuada o La canción del Eco, que aguantan lo que les echen. Y del pasado llegaron, oportunas, 1000 pedazos y Tú por mí. Mientras que el cierre lo puso el Hallelujah de Leonard Cohen dedicada a los héroes a del Orzán. «El mundo es un lugar hermoso gracias a gente como vosotros», dijo.

Para el bis tiró del mismo recurso que en su anterior visita a la ciudad, la preciosa No lloro por ti. Y entre los aplausos se coló un deseo: que retorne a lo grande. Como se merece, como nos merecemos, como debe ser. A ver si el anhelo se hace realidad.

Interpretación de «Jorge y yo»