La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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El Columpio Asesino
A Coruña, Sala Le Club
17-11-2011

Resulta fácil intuir que a los hermanos Arizaleta, el núcleo de El Columpio Asesino, los Pixies le cambiaron la vida. Ese rock tenso y abrupto que combina guitarrazos surferos, explosiones ruidistas y voces chico-chica anida en el ADN de la banda de Pamplona. Se nota a cada segundo, a cada apretar de dientes, a cada alarido, a cada homenaje velado y desvelado. Sin la banda de Black Francis, El Columpio Asesino no existiría. Y de existir sería algo totalmente diferente.

Esa querencia con los autores de Surfer Rosa puede explicar la sucesión de clásicos de la noche que se pudieron ver en las primeras filas de su recital coruñés. Sí, aquellos que un día fueron fans de Penelope Trip, El Inquilino Comunista o los primeros Planetas, los que están más cerca de los cuarenta que de los treinta, y que el jueves sintieron en sus carnes un baño de indie-rock tal y como se entendía en los primeros noventa. A su lado, una pléyade de veinteañeros encantos de surfear en los placeres prohibidos que proponen El Columpio Asesino.

Una buena parte de la culpa de ello la tiene Toro, uno de los temazos del año. Cuando irrumpió poderosa en la recta final del concierto, la sala se vino abajo. Gritos, pogo, puños en alto, caras desencajadas y ese verso de «!No me vengas con que es vicio!» amplificado por decenas de gargantas podía ser la fotografía resumen de una noche que fue de menos a más. Y alcanzado el más, se quedó suspendido en el tiempo durante una gozosa hora.

Fue ahí, dejando la contención y abriendo la manilla a la electricidad, cuando Corazón Anguloso se elevó con sus cortinas de ruido. Cuando Diamantes hizo de su crescendo hipnótico algo verdaderamente físico. Y cuando apelaron a su inevitable versión del Vamos de los Pixies, sumida en el descontrol guitarrístico y la euforia de una audiencia sudorosa y enardecida.

Al final, satisfacción plena una vez encendidas las luces. Tanto para los que recordaron cómo era el indie-rock en sus años mozos como para los que con su entusiasmo dictan con su respuesta por donde tiene que ir hoy en día: por la vía oscura, afilada y rabiosa.

Fotos: Pablo Mella