La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
Seleccionar página

El norteamericano JD McPherson se ha convertido en uno de los fenómenos musicales retro del año. Proveniente de Oklahoma, ha logrado con su disco de debut, «Signs & Signifiers», el aplauso en masa de todos los fans del rock n’ roll de los cincuenta. Mañana estará en Santiago, en su primera actuación en Galicia. Aprovechando la coyuntura lo entrevistamos en el Fugas el viernes que viene, un texto que recuperamos (y ampliamos) hoy en Retroalimentación.

JD McPherson ha asomado la cabeza en el momento justo. Con la adoración por los cincuenta flotando en el ambiente –Madmen, la estética pin up, el bum del burlesque, la vuelta de los tupés, el sonido vintage-, su disco de debut, Sins & Signifiers (Histyle Records, 2010), resulta como un irrechazable caramelo caído del cielo. Alabado por la crítica especializada por su sincera aprehensión de la esencias del rock n’roll clásico, ha logrado trascender más allá de la escena rockabilly. Eso significa calar en ese público general que se ha rendido en los últimos años a los encantos de artistas como Amy Whinehouse o Eli Paperboy Reed, el que tiene aquí otro artista al que hacer un sitio en su discoteca.

«Estoy muy contento de que los sonidos de rock y la música soul de los años cincuenta y sesenta estén encontrando su camino en la música comercial», dice sonriente McPherson. Ve en ello la resurrección de la pureza de la música: «Después de años de música homogeneizada y estéril con voces automatizadas, me alegro de que los cantantes de verdad como Adele vuelvan a triunfar y obtengan la atención del público». Porque para McPherson, lejos de tendencias y viajes al pasado, la clave está ahí, en la ética de lo humano: «Nosotros grabamos en el Chicago HiStyle Studio con un material que tienen allí, original de los años cincuenta que resulta fantástico. Todo eso ayuda mucho para encontrar lo que buscamos, pero el sonido realmente viene de los músicos y lo que tocas cuando se registra».

Para ello, McPherson se ha rodeado de dos astros, el batería e ingeniero Alex Hall y el contrabajista y productor Jimmy Sutton, a quien denomina «el mejor bajista vivo». Un par de contactos vía Myspace fueron el enlace. El resto, tirarse a la piscina: «Realmente no los conocía bien cuando entramos a grabar, pero una vez que empezamos es como si llevásemos toda la vida juntos». Entre los tres invocaron a los grandes mitos del rock n’roll. En sus canciones se detectan, con total nitidez, ecos de Bo Diddley, Chuck Berry o Little Richard. «Los adoro a todos -afirma-. Chuck era el mejor compositor, Bo hizo la música más interesante y única y Little Richard posee la mejor voz jamás registrada en rock n’roll. Todos ellos, incluyendo a muchos otros, han tenido una profunda influencia en mí».

Videoclip de «North Side Gal», el single del disco

En su concierto en Santiago exhibirá sobre el escenario todas sus facetas. Primero, el punch demoledor de trallazos como el single North Side Gal. «Desde que la escuché terminada supe que tenía algo especial. Es simple, tiene un gran ritmo, y me siento muy orgulloso de la letra» explica el músico que, cuando la interpreta, fuerza la garganta de un modo tal que semeja la última vez que alguien cantase sobre la tierra: «Cuando estoy de gira tengo que cuidar mucho la voz. Beber agua en abundancia y dormir mucho es mi receta», confiesa.

Segundo, la vertiente más hipnótica y envolvente de cortes como Signs & Singfiers: «Me encanta tocar esas canciones en vivo, porque creo que muchas veces cambia la perspectiva del público sobre lo que estamos haciendo. Muchas personas acuden a nuestros conciertos a escuchar los singles y se encuentran con estos temas más atmosféricos hechos con material antiguo y se sorprende. Alguien dijo que ese tema era como mezclar a Bo Diddley y Coldplay. Me hizo mucha gracia. En realidad a nosotros lo que nos gusta es yuxtaponer ideas antiguas con cosas nuevas, usar instrumentos de época y ponernos yo y los chicos a cavar en ese sonido a ver lo qué podemos sacar».

Y tercero, la reivindicación de la estética de la época: «Para mí es muy importante, es algo básico. Recuerdo cuando empecé a seguir bandas de adolescente, que no lo hacía sólo por la buena música. Me atraía su aspecto tribal, el hecho de ir uniformados. Bad Brains es un buen ejemplo. O los Clash, con aquel look político, con las prendas militares mezclada con su ropa punk raro. Me gusta la ropa vintage, pero yo soy más fan de la ropa de trabajo a partir de la década de 1920 hasta la década de 1950. Pana, botas grandes, ese tipo de cosas. Me gusta mucho un tipo de look agradable de chaqueta Levis y algunos pantalones de caza de los años 40. Hay empresas que ahora mismo están haciendo ropa en ese estilo que me gusta mucho. Los Pink Brothers en Alemania, por ejemplo. Son buenísimos».