La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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(Interrumpimos el letargo vacacional para hacernos eco del triste cierre de Vinilo)

La visita-peregrinación a O Grove (Pontevedra) se fue convirtiendo, con los años, en una tradición en la vida de muchas personas vinculadas a la música en Galicia. Por mil razones que serían larguísimas explicar aquí, en esa población de algo más de 10.000 habitantes se creó un microclima musical muy particular a partir de mediados de los noventa. Se trata de la cuna de bandas como Nadadora, Telephones Rouges o The Phantom Keys; del lugar en el que podías terminar comiendo unas sardinas asadas en un chiringuito de playa con los Flaming Lips de fondo; y del sitio en el que era increíblemente fácil ir de local en local sin toparte con un ápice de pachanga ni música de radiofórmula. Los sonidos, los buenos (desde lo indie al rollo sixties), parece que siempre tenían una insólita cabida.

El punto de partida para estas rutas idílicas era, en la mayor parte de los casos, Vinilo. Situado en un edificio modernista de 1928, acogió desde el año 2000 a cientos y cientos de personas llegadas desde todas las partes de Galicia y fuera de ella. Todos alucinaban con un local en las antípodas del garito de rigor. Tan lujoso y bien montado como el que más, seguía, sin embargo, una incorruptible línea musical a base de The Cure, Arcade Fire, Pixies y demás astros de la galaxia pop. Dirigida por el entrañable Nano, uno de los socios del local, aquella cabina era el sueño húmedo de cualquier fan de la música: una especie de habitación adolescente situada en al medio de un pub para compartir la fiesta con todos. Al lado, y siempre vigilante, una figura de Robert Smith mil veces fotografiada.

La semana pasada un servidor cumplió con su visita anual con O Grove. Las dos noches que estuve por allí fui a Vinilo, un sitio que forma parte de mi mapa sentimental y del de muchos de mis amigos. Tomamos algo en el rincón en el que Nadadora se hicieron sus primeras fotos promocionales; escuchamos, entre otros, a David Bowie, Clap Your Hands And Say Yeah! o Los Planetas; y hasta le eché un vistazo a un fanzine de papel bastante atrasado que pululaba por allí. El local estaba tremendamente alicaído. Se rumoreaba que el cierre iba a ser inminente. Hoy se confirma por Facebook de la siguiente manera:

“Estimados clientes: 

Carlos Caneda Otero e Nano Besada Caneda queren informarvos oficialmente que a partir do domingo 25 de setembro Vinilo cesa a súa actividade.

Moitísimas gracias por todos estes anos !!!!

 Vinilo 2000-2011”

No cabe duda. Igual que ocurrió hace un mes con el RIP del Rock Club ourensano, todo indica que estamos ante el fin de una era. Una generación que estiró la adolescencia lo más posible, tiene ya prácticamente los dos pies en la edad adulta, mientras ve como, poco a poco, van cayendo sus mitos. Por abajo no se ve el recambio claramente. Y, de existir, camina por sendas muy diferentes a las nuestras. Mientras tanto, podemos preparar la última noche y pulsar, a partir del domingo, el botón de la mítica. «O Grove de los noventa, aquello-sí-que-era-tremendo», se podrá escuchar a los abuelos cebolletas del 2040. No exagerarán.