La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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these-new-puritansThese New Puritans
Ciclo Vangardas Sonoras
Fundación Caixa Galicia, A Coruña 11-3-10

Uno de los aspectos más falsos del mundo del rock son los bises. Otro, las crónicas de conciertos que arrancan mencionando el vestuario de los artistas. Con These New Puritans, sin embargo, ambas cosas tienen sentido. El bis no previsto se hizo como debe ser: a petición popular de un público que, con las luces ya encendidas, se negaba a abandonar el auditorio. La ropa, toda ella de riguroso negro, no hacía sino combinar fielmente con el sonido de la banda: oscuro, agresivo y urbano.

These New Puritans no llegaron al ciclo Vangardas Sonoras como embajadores de ese globo post-punk en el que muchos los quisieron meter con calzador. No, los británicos ofrecieron la lectura en vivo del arrollador Hidden, un segundo álbum en el que tiran por tierra cualquier emparentamiento como Franz Ferdinand, Bloc Party y demás figurines del escaparte pop de las Islas. Ubicados en algún punto intermedio entre Liars, Wu Tang Clan, M. I. A., Patrick Wolf y el último Scott Walker son, hoy por hoy, una de las bandas más interesantes de un melifluo panorama inglés en el que, está visto, los árboles no dejan ver el bosque.

En su pase coruñés lo demostraron con creces. Apabullantes, con un batería y un percusionista haciendo temblar el auditorio, dieron rienda suelta durante una hora a su apasionante guerrilla art-rock. En cuestión de segundos, con ese We Want War inaugural ya estaban las cartas boca arriba. Aquí había uñas, agallas y miradas desafiantes, ejemplificadas en un Jack Barnett que jugaba a ser el cruce imposible de Ian Curtis y Ian Brown en versión mc.

Desfilaron casi todos los temas de su nuevo disco y alguna visita escogida a Beat Pyramid, su predecesor, como Swords of Truth o Numbers. Todo con una agresividad tal que hizo que una decena de personas abandonasen el concierto. El resto se quedaron y disfrutaron lo suficiente como para, lo dicho, obligar al grupo a retornar. Y, muy a su pesar, tuvieron que tocar Elvis, el gran hit del que la banda parece renegar y que había sido tachado de su set-list. Desganada y sin nervio, supuso el único punto negro de un grandísimo concierto.