Internet cambió un poco las reglas pero antes había cuatro clases de grupos:
a) los que te pasaban un disco suyo y no lo grababas.
b) los que te pasaban el disco y lo grababas.
c) los que, aunque te pasasen el disco, te lo comprabas original.
d) los que no solo te comprabas el original, sino que querías también una camiseta suya para demostrar al mundo que eras un gran fan.
La última opción era la cúspide, la sublimación de la idea del pop: el nombre de una banda estampada en el pecho del fan. ¿Qué señal de amor más grande puede pedir un grupo que esa? Cuando alguien se ponía una de esas camisetas equivalía al reconocimiento oficial de “escuchad tíos, me flipa este grupo” y “me bato en duelo con quien sea para defenderlo”. Todo generando un mudo diálogo de fans. Es decir, chico A sabía de qué iba el chico B solo por su camiseta. Y viceversa. Si coincidían, hacían por encontrarse. Si no, por alejarse. Como si se tratase de personas dentro de un cómic esas camisetas equivalían a uno de esos globos que imitan una nube y que sirven para representar los pensamientos.
Ayer en la cola de los cines del Centro Comercial Puerto de Ocio de A Coruña, esos globos se salían de la viñeta. Como si de la pasarela roquera se tratase, un grupo de unos 10 quinceañeros que probablemente esperaban para ir a ver la película de Millenium competían por exhibir su particular pancarta textil. Se trataba de una pandilla metálica, pero metaleros del año 2009. Aunque los grupos de referencia no han variado mucho, sí el modo de combinarlos, ya que aquí se conjuntaba el tema con la estética skater y cierto punto emo. Uno llevaba una camiseta de Napalm Death con pantalones anchos, gorro de lana y una cadena del cinturón al bolsillo. Otro de Slayer con muñequera de tachuelas y zapatillas de suela gorda. También había camisetas de Queen y Mago de Oz, uno con pinta de muchachote con gafas y buenas calificaciones y el otro con un monopatín a juego. De las chicas del grupo había una que combinaba el Eddie de Iron Maiden con unos pantalones a cuadros y maquillaje siniestro. Y todos mostraban esa actitud de “aquí estoy yo y esta es la música que me gusta”, orgullosos de su diferencia y de formar parte de todo ese rosario de logos, símbolos y mensajes, completamente ajenos al mundo adulto.
Cabía preguntar entonces cuántos conservarían esa actitud en el futuro, cuando la necesidad de un sueldo les obligue a cortarse el pelo y arrancarse los piercings de la cara. Cuando esas camisetas pasen a ser un recuerdo de lo que un día se fue y no de lo que se sigue siendo. Todos hemos visto cómo aquel gótico se reconvirtió a vendedor de seguros, el mod que ahora se pone trajes actuales como abogado o el rapero a lo Vanila Ice que en el bar en el que trabaja más de uno alucinaría si lo viera como era a los 15. ¿Echarán de menos aquellos días en los que desfilaban por el mundo como príncipes de la cultura pop? ¿Pensarán tras sus nuevos uniformes que aquel mundo era definitivamente mejor? Y es que ver a unos quinceañeros con toda su militancia a cuestas enternece, pero no menos se puede pensar del tipo que pasados los 30 aún sigue enfundándose su camiseta. Todo para que quede claro eso: que es, que sigue siendo, un fan. Pese a todo y pese a todos. Aunque sea solo poniéndosela el domingo para ir a comprar el pan y pasear el carrito del niño.
Curioso… es verdad… Con mis casi 32 tacos y dos hijos, sólo paseo a Primal Scream los fines de semana. Pero tal vez mi «bocadillo» de comic diga «Soy de la vieja escuela, pero no tan vieja…» 😉
Saludos!
Vamos, que aún conservas esa camiseta de «Screamadelica» que tantas veces estuve a punto de comprarme. Yo tengo la de «Kill All Hipies»!!!
Después de aquel concierto del Primavera Sound, me hubiera comprado hasta la taza de desayuno de Primal Scream si la vendieran… Aún se me ponen los pelos de punta (qué grande Bobby!), y al día siguiente fueron los Pixies…
Coño, ya hablo en «nostálgico pasado», como un pureta!! 😉 Un abrazo!
P.D.: Podías dedicarle una entrada de tu blog al cartel de las fiestas de Ourense, que entre Manolo García, «Malote» King y los Suaves hicieron un pudin 0% calorías que da mucho juego… jejeje
En España normalmente son más estrictos en el curro, pero en el norte de Europa (por lo menos en las compañías informáticas) se ve todo tipo de camisetas, desde Megadeath a Radiohead pasando por toda clase de equipos de rugby, futbol..
Qué post más cojonudo!!!
Éste y el de Jackson…
Ya te puedes volver a meter con Wilco… vas a perder lectores
Hola
Yo añadiría dos grupos más
1. Los que les dejabas un disco y no te lo devolvían
2. Los que te dejaban un disco y no lo devolvías.
Un disco que dejé y que no me devolvieron: Live at Last de Black Sabbath, lo cual considero casi un favor por su pésima calidad de grabación.
Un disco que me dejaron y que no devolví: It’s only rock’n roll de los Stones, curiosamente, un disco que fue del que hoy es uno de mis mejores amigos y que creo que ya no se atreve a pedírmelo ni yo a devolvérselo. Después de 25 años qué vergüenza¡¡¡¡¡
Fijo, yo al respecto tengo experiencias más desagradables. Seguramente he perdido algún disco pésimo y he ganado alguno bueno, pero el saldo es claramente negativo. Entre mis «discos perdidos» había maravillas como los vinilos de “Aladin Shane” de David Bowie, “Live At The Leeds” de The Who, el maxisingle de “The Fly” de U2, el “Fragile” de Yes, el “Rank” de los Smiths, los cuatro primeros de Los Flechazos o, el que más me fastidia de todos, “The Stone Roses” de los Stone Roses (que quiero ese, el que escuchaba yo con 16 años, no otro ni su versión en cedé). El problema de cuando dejas un disco y no te los devuelven es que su poseedor termina por hacerlo propio, algo así como la usucapión del derecho civil
Ah y otro trauma grande, grande: dejarle los discos a una novia durante el tiempo que dura el noviazgo y, luego, dejar la relación sin volverse a hablar y sin que esos discos hayan hecho el camino de retorno. Bien mirado, es un buen argumento para una canción de Art Brut o The Wave Pictures
Madre¡¡¡¡ Cómo para pedirte nada.
Me gustaría conocer en un futuro, si lo ves interesante, tu reflexión sobre esos discos malísimos que alguna vez hemos comprado pero de los que no nos desprendemos aunque ocupen un par de baldas de la discoteca, ¿por qué?. Quien sabe, quizás algún día terminen gustándote. O quizás no son tan malos y uno es un zoquete de oído….
Ningun disco sobra: una discoteca nunca es lo suficientemente grande. Un día lo retomamos
uff otro tema peliagudo, como recuperar los grupos que escuchabas con tu novia en momentos intimos, yo a algunos ni los he podido recuperar, por ejemplo nunca he vuelto a escuchar a Arab Strap. Aunque con las novias medio pachangueras no hay ese problema jejej.
Sr. Rocha:
Si lee con atención, nuestro autor no es tan sensible como Ud: no habla de escuchar nuevamente al grupo y recuperarlo de las férreas garras de una experiencia sentimental intensa y asociada.
Habla de recuperar el objeto material ahora tan denostado y obsoleto, el CD o vinilo, tal vez hasta casette. Es decir, la inversión realizada….
No deje que el halo popero e indie le confunda….estamos ante un monstruo sin escrúpulos…
Tiene toda la razón, pero yo ya no pertenezco a la vertiene misógena. Vuelvo a creer en el amor y esas cosas.
A mí se me ocurren otros dos niveles más:
-Los discos de los que te compraste el vinilo, el CD y la reedición deluxe.
-Los grupos de los que no te compras ningún disco pero te compras la camiseta.
Pues yo voy a trabajar con la camiseta de los Ramones ¡Con un par!
Y los discos no se prestan a las novias, eso es el catecismo. No los va a escuchar, te los coge a ver si así dejas de darle la chapa con ese tal Morrissey.
Los principes del pop…. BACKSTREET BOYS.