La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Damon & Naomi
20-1-09, Vigo, Sala Vademecwm

Existe un momento en las canciones de Damon & Naomi que explica mejor que nada por qué son una de las maravillas ocultas del planeta pop. Nos referimos a ese instante en el que sobre una cantinela de folk acústico se funden las voces de ambos. La de Naomi Yang, lírica y etérea, un poco entre Cocteau Twins y la Incredible String Band; y la de Damon Krukowski, fina y aguda, recordatoria de Tim Buckley. Cuando ello sucede ambos cierran los ojos y trasmiten la sensación de entregarse a algo místico. El espectador, que tiene ahí todo ese amasijo de emoción a un palmo de distancia, se siente un poco como en los besos primerizos y adolescentes. No sabe si cerrar también los ojos y entregarse a la magia o, por el contrario, seguir observando como la belleza fluye a borbotones en sus rostros. Lo que sí es que, al final, entre suspiros y medias sonrisas dan ganas de esperarlos a que bajen del escenario y decirles: “!Gracias!”

Eso lo piensa, claro, un pequeño puñado de seguidores acérrimos que, en Galicia, tomaron la noche del domingo como algo histórico. Histórico, claro está, dentro de la microhistoria de una banda como Damon & Naomi, una de las escisiones de los fundamentales Galaxie 500 y una anécdota sin importancia para la historia oficial del rock. Debutaban en los escenarios gallegos y lo hacían ante apenas unas cuarenta personas. Los dos solos, sin banda de acompañamiento, en un formato mínimo de guitarra acústica + teclado que condicionó la elección del repertorio hacia el ala más folk de su extensa colección.

Destacó, como no podría ser de otra manera, Naomi Yang cuya voz acarició el cielo en piezas como Stars Never Fade. Sorprendió el rescate de joyitas primerizas de su segundo álbum como Tour Of The World o New York City. Decepcionó el que apenas revisasen Memories de More Sad Hits, su disco debut, sobre todo teniendo en cuenta que su reedición fue la excusa de esa gira. Y se agradecieron las versiones de Song of the Siren de Tim Buckley y The World’s Strongest Man de Scott Walker, esta todavía inédita en su discografía. Todas fueron cortadas por el mismo clima de complicidad, con un público tremendamente respetuoso que, sentado en su mayoría, se dejó llevar por su enredadora tristeza. Y, al menos por una hora, no pensó en la cochina crisis, esa que nos persigue y nos aprieta con sus dedos pegajosos.