La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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El musiqueiro enfermizo (el que, pese a tener cedés en casa aún precintados, sigue comprando y descargando sin parar) conoce bien la sensación. Nos referimos el típico disco que está ahí, esperando su oportunidad sin que se le haga mucho caso. En esta ocasión peor: se trata un cd-r sin carcasa ni créditos que ha llegado recomendado, pero del que no te esperas mucho. El no ser en formato original (que para qué engañarnos, desmotiva lo suyo) aumenta la pereza. Siempre puede esperar su escucha, porque hay otras cosas de las que escribir, que si Britney Spears, que si Nacho Vegas, que si Marianne Faithfull… Hasta que llega ese momento, tarde de sábado ociosa, en la que no, no hay obligaciones pendientes. Entre la abundancia, no se acierta a encontrar el disco.

Entonces empieza a rodar, mientras se emprende un viaje sin rumbo ni destino por Internet. Suena la primera y entra de maravilla. La melodía inserta entre un blues rock resulta familiar, agradable. La segunda, pues también. Pero en cuanto llega el primer minuto del tercer tema saltan todas las alarmas.

¿¿¿¿¿Pero qué es esto?????

Se detiene la navegación, la mirada se levanta de la pantalla, el culo del asiento y se alza el volumen. Todo golpea de un modo arrebatador. Coges los auriculares y lo escuchas a todo volumen y la felicidad conquista todos los centímetros de tu piel. !Es pura magia pop! Un tema épico, denso y maravilloso. Parece que Arcade Fire hayan ido al baúl de los mejores Big Star y hayan rescatado una joya olvidada. El tema en cuestión es este:

Cuando finaliza, se hace necesario respirar. Se trata Sing The Changes una canción incluida en Electric Arguments, el tercer álbum de The Fireman, un proyecto alternativo que regenta Paul McCartney (sí, sí el **** Paul McCartney, ¡quién lo iba a decir!) con Youth (Killing Joke). Escuchar esa canción y tener ganas de salir a la calle y abrazar a la primera persona que pase es todo uno. Pop eufórico que agita y que posee la fuerza suficiente como para contestar de de una vez por todas a la pregunta de por qué muchos seguimos comprando discos, enamorándonos de algunos de ellos y viviendo a tiempo parcial dentro de sus canciones. En estribillos como ese parece que nunca puede pasar nada malo.

Por cierto, el disco (completo) está muy, pero que muy bien: un valioso compendio de blues, rock, folk y psicodelia. Y, bueno, lo cierto es que el video oficial no es el anterior, sino este que dejamos a continuación. Lo que pasa esque tolerar la cara de mira-que-buen-tío-soy-y-qué-simpático-e-ingenioso-resulto de McCartney ya resulta mucho más complicado de digerir.