La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
Seleccionar página

(publicado en la sección Al sol de La Voz de Galicia el martes 26 de agosto)

Además de los mosquitos, los pringues de bronceador y las consecuencias de los abusos gastronómicos, los meses de julio y agosto traen consigo, por lo general, una pesadilla típicamente estacional: la canción del verano. Se trata de esa pieza particularmente pegadiza, que combina con malsana precisión una letra banal (que si el chiringuito, que si boooomba, que si el pechito y el cachete), una melodía facilona y un contagioso carácter efímero que, con o sin bailecito, acaba por hipnotizar a todos. Como si de un homenaje al mal gusto se tratara, todos los años surge algún King África, algunas Ketchup o algunos Los del Río dispuestos a eliminar cualquier sentido del ridículo entre el gentío hasta septiembre, fecha en la que todo vuelve a la normalidad

Pues este año no. No ha habido canción del verano. Tal y como ocurrió el pasado año, ninguna de las canciones que sonaron durante los dos últimos meses logró convertirse en el himno oficial de los calores. El fenómeno del Chiquilicuatre (principal candidato a heredar el trono dejado por El Koala en el 2006) se apagó antes de arrancar la época estival y la llegada tardía de la belga Kate Ryan con su revisión del Ella elle l’a, popularizado en su día por France Gall, se ha quedado en una especie de premio de consolación. Sin poderse comparar a las fiebres de la Sopa de caracol, Papichulo o Aserejé, su superpegadizo estribillo «ela elá ela elá», inserto en una cama de tecnopop inflado a base de anabolizantes dance, es toda una oda discotequera. Suena a gogós, cuerpos esculturales y noches interminables. Reina nocturna, apenas se deja ver por el día, y ese espíritu ibicenco no logra trascender de la pista de baile.


Kate Ryan Ella elle l’a

Y es que la canción del verano ha de ser necesariamente intergeneracional, que surja en una boda familiar y que la canten del adolescente a la abuela juntos en la misma coreografía. De eso, este año, pues nada. Suenan por ahí, de manera constante, El último vals de La Oreja de Van Gogh, que estrena rostro (aunque las cuerdas vocales realmente parezcan las mismas); Un poco de amor de la triunfita Edurne poniéndose con esa característica épica edulcorada de OT el traje de Freddie Mercury; Gotas de agua dulce, del incombustible Juanes, o la aflamencada Pretendo hablarte, de Beatriz Luengo. Pero, para bien o para mal, ninguna ha calado lo suficiente como para homogeneizar el verano. Probablemente, tampoco lo pretendieran.

Quienes sí lo buscaban eran otros. Por ejemplo, Rakel Winchestein, y su puesta al día de la mala baba de las sevillanas de Pepe da Rosa, esperó al calor para hurgar en la fatiga de las parejas en una Rutina matrimonial que pasó totalmente desapercibida. Desde Operación Triunfo se apeló el espíritu coral del himno A tu lado con una revisión del Corazón contento de Marisol que, ni de lejos, obtuvo el éxito de aquel.

Rama friki

Hay quien optó directamente por la bufonada a ver si sonaba la flauta. Es el caso del gallego Jose Parga con su Baile del pío pío, jaleado por Christian Gálvez de Los Morancos y Ángel Llacer en el programa Tú si que vales. Ambos se sumaron como
bailarines de su coreografía imposible.

No le anda lejos la tecnopachanga de DJ David con La chica del bikini rojo. Versos como «cuando voy a la playa las chicas poco a poco se van quitando todo, me estoy poniendo a cien» no dejan lugar a dudas de su zafiedad.


El baile del Pio Pio


Dj David La chica del bikini rojo

«TIme To Pretend» de MGTM, himno indie

Desde hace unos años existe otro modo de testar el verano musical al margen de las terrazas, las bodas y las discotecas. Ese es el de los festivales y, este año, hay unanimidad. Curioso: aunque lo indie no comulgue con el concepto de canción de verano, las espirales de psicodelia pop de Time To Pretend de MGTM estarán asociadas para siempre al verano del 2008, del mismo modo que el Pull Shapes de The Pippetes lo fue en el 2006 y Take Me Out, de Franz Ferdinand, en el 2004.

Ahí, en ese terreno festivales, es donde se las gastaba no hace mucho Amy Winehouse para los eruditos. Actualmenteconvertida en la reina mayor del soul contemporáneo y coleccionista de planas en la prensa sensacionalista británica, aún les saca réditos a las excelencias de su álbum Back to Black. Aunque salió en el 2006, solo hay que poner la oreja para darse cuenta de que Rehab es un pieza inevitable en cualquier garito que se quiera apartar del sonido latino con música comercial de calidad.

A rebufo de la Winehouse, surgió este año Duffy, como su versión dulce y aniñada. En ella late el espíritu de The Supremes con suplemento de feeling y el single Mercy ha conquistado miles de corazones. Normal, musicalmente, es una de las mejores canciones del año y, de nuevo, se cumple la norma: si se le da una oportunidad a la buena música en las altas esferas la gente no reprime el abrazo.

Otro que está gozando de su gran verano es Guille Milkway de La Casa Azul. Su duelo contra Rodolfo Chiquilicuatre para ser el representante español en el festival de Eurovisión logró un enorme eco. La revolución sexual, la canción con la que participó entonces, se ha convertido en uno de los himnos pop de estos meses.