Todavía existe quien, antes de que se edite un disco, prefiere aislarse de todo y disfrutar del lanzamiento a la manera tradicional: es decir, comprar el álbum en una tienda, desenvolver el embalaje y ponerlo en el aparato reproductor correspondiente, en función de si es cedé o vinilo, para escucharlo. De este modo, se evitan el cocimiento fragmentado, la posibilidad de toparse con archivos comprimidos que rebajan la calidad a lo ínfimo y, por supuesto, el entrar dentro de un elepé (en muchas ocasiones, una unidad artística) sin varios de sus elementos, sean estos la ausencia de portada, la secuenciación de los temas incorrecta o directamente el escamoteo de alguno de ellos. Y la magia, claro, porque quien se educó de este modo difícilmente comulgará con la inmaterialidad el Itunes y el 2P2, a no ser por el tema del precio.
Con los directos, desde la irrupción de You Tube, empieza a pasar lo mismo. En los ochenta y los noventa, cuando llegaba una gira grande a España (Rolling Stones, U2, Guns n´Roses, The Cure…) las revistas y programas musicales mandaban a un enviado especial a ver la gira americana para contar a los españoles cómo iban a ser esos conciertos y que estos tuvieran una idea aproximada. Hoy en día, no hace falta: toda esa información está en la Red. Pero no esa idea aproximada, sino TODA LA INFORMACIÓN. Lista de canciones, vestuario, capturas por cámaras de móvil y también por cámaras de mayor calidad, que echan por tierra cualquier tipo de sorpresa que quiera crear el artista. Se acaba así, toda una serie de elementos: la escenografía, el vestuario, las versiones que se preparan ex profeso para la giras, los bises y toda esa retahíla de impactos que, juntos y en cadena, hacen el todo de un concierto. Pero sobre todo se evapora una sensación maravillosa: esa de escuchar un par de acordes, reconocer la canción y soltar, brazo en alto, un grito de aprobación-satisfación-emoción.
Por ello hoy en dia, cuando se asiste a un concierto (donde te puedes encontrar a gente con el set-list impreso en papel comentando uno a uno los temas que se van a interpretar), a veces, se tiene esa sensación similar a la de estar viendo un partido de fútbol en diferido, aislado de cualquier tipo de información sobre el resultado. Siempre con esa sensación de “no me cuentes nada”, no vaya a ser que te digan cómo terminó todo antes de tiempo y se diluya toda la excitación en un instante.
Aunque bueno, siempre quedan los artistas como Springsteen o Dylan, de esos que nunca sabes a ciencia cierta qué es lo que va a pasar en uno de sus shows.
exactamente por eso cuando quiero que alguien escuche un disco lo regalo/presto en formato original, en plan oye, he pagado por esto, escuchalo. Si dejas musica en mp3 la gente no le presta atencion, incluso a mi me pasa. Y el vinilo sin duda el que mas encanto tiene.
los nuevos tiempos tb traen sorpresas en directo, no es todo tan malo…io me compre el in rainbows de radiohead en formato cd con el estreno para disfrutarlo al completo, con soporte y todo: letras, pegatinas, diseño… descargármelo no me convencía demasiado, y cuando iegué al concierto (10julio-paris) el thom yorke se puso a tocar un tema que sólo estaba colgado en internet, no se podía encontrar en ninguna edición de soporte físico. un regalo para los internautas y una sorpresa para los convencionales… hoy en día tb hay quien sigue innovando y se adapta a los tiempos.
Tiene razón j.rocha cuando dice que no se le presta atención al mp3. Cuando descubro en mp3 un grupo que me gusta mucho siempre acabo comprando el cd si está a buen precio. Y desde ese momento paso a escucharlo mucho más, sólo el verlo ahí original, con su carátula, hace que me apetezca aún más escucharlo. Me pasó por ejemplo con Sigur Rós cuando los descubrí en el 2001, tenía el Agaestis Byrjun bajado del audiogalaxy y le había prestado poca atención, apenas a un par de canciones que sí me gustaban mucho. Pero fue verlo a buen precio, comprarlo y convertirse sin duda en uno de mis grandes grupos de referencia (tengo todos sus originales y más de 4 conciertos a mis espaldas y otro que caerá en Noviembre).
Y a mí me gusta la sorpresa pero cuando tengo muchísimas ganas de cierta canción en un concierto me cuesta no mirar los setlist de conciertos anteriores. Realmente me llevo chascos al esperar canciones que no tocan pero también agradables sorpresas cuando tocan alguna no esperada. Por eso no me gustó nada por ejemplo el concierto de FF en Vigo hace dos años, ya que el factor sorpresa era nulo. Sonaban exactamente igual que el disco (y tampoco soy una fan acérrima) y no me aportó nada su directo. Mucha gente salió encantada pero mis expectativas para nada fueron saciadas. Y eso se ve en muchos grupos actuales que no saben que un directo no es para reproducir el disco acorde por acorde sino para que la gente sienta tu música y la disfrute de forma diferente al disco. No creo que se esté perdiendo la sorpresa pues muchos grupos se curran mucho ese aspecto pero la democratización de la información y nuestras ansias de conocimiento sí hace que a veces asistamos a espectáculos con todo sabido, pero eso es culpa nuestra.
Pero ¿que clase de artigo é este? Resulta queglobalizacion si pra dar cabida a toda canta merda de grupos hai no mundo, que ti mesmo encumbras aqui, pero cando te tocan o teu ¿non vale? Se ti es periodista eu son velocista. ¿Que argumentos das? Mira, rapaz, hai moitisima xente que coñece setlist de pe a pa e chega os concertos e vibran, choran e rachan. haberá impresentables, que si, que dende o seu frikismo fastidien un concerto, coma ti indo de superior. Estiven en Lisboa vendo a Neil young e había xente que o seguira xa en máis dunha decena de concertos ESTE ANO e vibraban igual, coma outra xente que coñecía o que podería tocar e igual.
O que pasa que esun tanto snob, dicindo o que ten ou non ten categoría ¿pero ti quen te cres? es un mindundi que tivo dous ou tres fanzines, xa ves ti. e ten un blog nun periódico dixital. Pra falar así hai que ter mais recorrido que a simple opinión personal. Se fora un blog desperdigado de internet, non escribiría nada disto, pero escribes na voz e non é o fanzine da universidade, precisamente.
Pero vendo os gustos musicais que se marca o autor, so a demagoxia e a posmodernidade pode estar nas súas verbas. Se o amigo Cash te escoitara sería o primeiro en estar morto, por soberbio e prepotente. Coma so ti desfrutas da música en vivo e sabes coma facelo, os que non señan coma ti son unhamerda. olé, si señor. patético.
beatrix, una cosa es que no estés de acuerdo con las opiniones del autor, y otra muy distinta es que juzgues su criterio como periodista…para que sepas algo sobre los criterios periodísticos NO EXISTE LA OBJETIVIDAD Y NO HAY NINGUNA VERDAD UNIVERSAL por muy «periodista» que se quiera ser… así que si te parece mal que una persona escriba cronicas y reportajes con opiniones y argumentos propios, echale un vistazo al telediario. respeto ante todo, por favor, que a todos nos gusta leer las opiniones de todos y ver que son distintas y oh! sorpresa! la variedad enriquece… viva la libertad de ideas, pensamiento y expresión. jajaja parece un anuncio…
JAJAJAJAJJAAJAJAJAJA Me meo con el comentario de Beatrix….
Creo q te tenia ganas y no lo pudo evitar,,
ayyyyyyyyyyyyy
si aqui todos vibramos y lloramos con lo q nos gusta, y nadie ha dicho (vuelve a leer el articulo) q la gente q es super fan joda los conciertos…pero listos y tocoahuevos los hay viendo a los planetas a franz ferdinand a bob dylan a neil young a wilco a alejandro sanz y a mana…
Me considero un «comprador de discos» y la sensación de la q hablas, esa sorpresa, el q no la quiera muy bien para él,mientras mi econimia me lo permita seguiré comprandome discos por una dos o trees canciones y q pase lo q dios quiera… la vida está llena de riesgos.
ANIMO JAVI…
Por cierto en breve estoy en Coruña..
Pd. Si no sois del Madrid no leais el As y si no sois del Barça no leais el sport… lo mismo para la música…
El fin de la sorpresas también se puede extrapolar al cine. Hoy en día es prácticamente imposible entrar en una sala sin saber todo (o casi todo) sobre la película, del mismo modo que resulta inevitable crearte una serie de ideas preconcebidas y ver cómo se homogenizan los discursos y conceptos. Globalización o no, es una putada.
En cuanto a lo de los formatos, qué queréis que os diga. A mi me emociona la música cuando me llega, bien sea en mp3, wav, vinilo… La idea de apreciar el soporte y objetivizarla (como «objeto») se me escapa un poco.
Consumo música original desde siempre. Actualmente trabajo en una tienda de discos, con lo cual mis gastos han aumentado considerablemente, hasta el punto de hacer peligrar mi economía en el momento que se me descuentan los artículos de mi nómina. Pero también descargo formatos comprimidos de la Red; creo que son hábitos compatibles.
Conozco gente que alardea de su colección de discos originales, que amontona por cientos. Un gran número de ellos todavía conservan el precinto; del resto, la mayoría sólo los han escuchado uno o dos veces… quizá ni enteros.
También conozco a chavales que no saben como funciona un tocadiscos y se alimentan a base de Ipod. Alguno de ellos poséen un criterio musical más que envidiable.
Es una simple cuestión de inquietud.
En cuanto al «comment» de Beatrix, supongo que una respuesta así de airada se debe a un calentón del momento… o a cierta prepotencia confundida con crítica «anti-snobista».
Por cierto: Radiohead no se adapta a los tiempos, si no que se aprovechan (además económicamente) de una coyuntura.
Piensa en esto, Javi. El cambio de formato ha supuesto una transformación mucho más profunda de lo que parece a simple vista, no sólo en la industria, sino en la música misma.
En la época del vinilo, por ejemplo, el soporte limitaba tanto la duración como la estructura misma de un álbum, por lo que los artistas se veían obligados a trabajar dentro de unos parámetros que el digital ha deshechado por innecesarios. En el caso de dotar de cierto poso y entidad a un elepé, por ejemplo, el músico concebía el orden de las canciones contando con la pausa necesaria para que el oyente diese la vuelta al disco. Es decir, la estructuraba en partes diferenciadas para aprovechar la limitación del formato. Por eso se establecían diferencias tan marcadas entre la «cara A» y la «cara B»; digamos que hasta tenían su propia idiosincrasia.
A día de hoy, a raíz de la proliferación del cedé, todo esto ha desaparecido. Los álbumes son cada vez más planos y uniformes. Las canciones se suceden una tras otra. Se pueden almacenar casi hora y media de música en cada disco. Por eso ya no existen los grandes álbumes de canciones. Los discos que han venido a ocupar ese lugar, apenas dan cabida a uno o dos temas memorables, entre un excesivo minutaje de paja y relleno.
Por eso, amigo Javi, se ha perdido cualquier tipo de personalidad en la secuenciación de las canciones, en el «tempo» interno de la obra, etc… Incluso nos intentan engañar, tratando de convencernos de los beneficios del sonido digital sobre el vinilo.
Aún a riesgo de sonar como el Abuelo Cebolleta, esto son paparruchas.
David, no es del todo cierta la desaparición del disco secuenciado. Hay quien todavía ordena con criterio los discos teniendo en cuenta, eso sí, la desparición de la idea de Cara A y B. Ejemplos hay de eso desde hace ya tiempo…. Wilco, Greg Dulli, Arcade Fire (yo creo que Funeral tenía una secuenciación muy pensada), alguno más. Pero suelen ser músicos con un cierto regusto retro, y claramente criados en esos fetichismos de los que Javier no sabe desprenderse. Y yo tampoco…
Pero es verdad que algo de eso se perdió y se han sucedido muchos discos con un metraje excesivo… en parte a propósito por la industria allá por el 91-94, para desbancar al vinilo claramente (CD simple de 75 minutos vs Vinilo Doble… costaba igual)
A lo que yo me refería, estimado Kurique, es a que el concepto de la secuenciación ya no se estila. Como tú mismo argumentas, hay ejemplos actuales, pero son los menos.