La semana pasada, a propósito de la actuación de Kiko Veneno en A Coruña con del Noroeste Pop-Rock, hemos publicado en La Voz una entrevista previa con él. Una de las preguntas iba referida al hecho de que el cantautor le molesta el hecho de que la gente hable en los conciertos mientras toca. Se trata de una actitud cada vez más usual, que en ciudades como A Coruña a veces llega a niveles insoportables, dándose ahora incluso en los conciertos en teatros. Esta es la respuesta íntegra:
“Hay que mirar eso dentro del contexto de la devaluación de la música, porque la música se devalúa. ¿Por qué? Pues porque son ciclos históricos. Yo lo que veo es que hace unos años, cuando yo empecé, los aficionados a la música éramos un 1%, pero todos teníamos en casa altavoces de alta fidelidad de madera y discos que los limpiábamos con su esponjita. Ahora, aficionados a la música hay un 90%, pero que tengan esa esponjita y esos altavoces de madera queda el mismo 1%.
Últimamente las multinacionales de la cultura, de los refrescos y de la alimentación, que vienen a ser lo mismo, venden la música dentro de esta campaña de devaluación de sus valores culturales. La venden como la panacea de la juventud: que si el pelotazo, que te liberas de los riesgos, que te tomas dos pastillas y te pones ciego y escuchas la música de tu generación. Muy bien, esto ya lo hacían los Who, pero me da la impresión de que los que seguían a The Who estaban anfetamínicos perdidos allí en la película de Quadrophenia, con aquel ataque de pastillas verdes y azules, pero estaban siguiendo a la música con devoción. Hoy no, hoy la gente está a su bola, borrachos perdidos, no se enteran de ná, no distinguen una letra de Shakira de una de Melendi y de una de Bob Dylan, están ciegos, se lo pasan bien, mola tela, me ven a mí ahí “!Ah, Kiko, ah!” y yo lo agradezco porque son abrazos y cariño que me da la gente, pero la actitud no es la misma. Porque la gente va a vaciarse, a pasarlo bien, pero el papel artístico que tú juegas en toda esta historia, es muy relativo. Yo soy un tío conocido, la gente me da palmadas en la espalda, me grita, me quiere, yo los quiero a ellos también, pero hombre…
El punto de referencia es el festival de Woodstock. El tercer día se ve a Jimi Hendrix tocando al amanecer. Había allí 300.000 personas y la gente mandaba callar. !A ver si encuentras a alguien hablando ahí! Y había un equipo de 20.000 watios. ¡Con ese equipo ninguna orquesta gallega tocaría hoy en ningún pueblo! Y ahí estaba la gente, bajando el tripi de pie y estaban flipando escuchando a Jimi Hendrix, que no querían perderse ni una nota de aquello. Esas notas yo las escuché en su día y todavía me alimentan, me dan fuerzas para vivir, me dan fuerzas para comprender a los demás, me dan fuerzas para sentir la fuerza de la música. Entonces, yo quiero eso tío, yo quiero cosas sagradas, cosas gordas, como las vacas indias. No quiero pamplinas que las escuchas por la radio y te entran por el mismo oído del que salen”.
no concerto de vegas e rosenvinge en coruña quedei definitivamente asqueado pola actitude da xente, comenteino na crítica de desconcierto
http://www.desconcierto.com/musica/cronicas_de_conciertos/nacho_vegas_christina_rosenvinge.html
e caíume algunha que outra crítica por non comprender que para entender e deixarse levar por nv hai que perder o control, como el proclama (pobre excusa para gritar estupideces entre canción e canción, ou para cantar a voz en grito nun teatro no que hai moita xente que quixera escoitar. Tamén se insinuou que total, para o que custaba, non pasaba nada…. en fin, eu cada vez levo peor isto, porque é unha práctica extendidísima, a excepción agora é poder escoitar un concerto sen que ninguén moleste….
KV tiene razón en casi todo lo que dice, pero eso no evita que tenga el típico discurso carca en plan «Lo de mi generación era mejor». En el concierto de Morente en Benicássim vi como un pareja de unos cincuenta años se pasaba todo el concierto gritando y diciendo tonterías mientras la multitud de jóvenes que había alrededor les hacía callar.
no creo que kiko haya querido decir que su generación era mejor. ya lo cuenta, los de los vinilos en casa siguen (seguimos) siendo el 1%. lo que pasa es que antes iba solo ese 1 a los conciertos y ahora van otros muchos que la música les importa un pimiento. y yo no me atrevo a rebatírselo porque hoy siento que pasa eso (cuidado, pasa eso en artistas como kiko que han psado por una multi, a los de las indies siguen yendo el 1 de antes) y no estuve en ningún concierto en los 70s para opinar.
yo le entiendo, pero hay que ser conscientes de que eso no es más que el precio de haber sido superventas en los noventa. de, voluntariamente o no, haberse convertido en producto (como le gusta denominarlo a risto) durante un tiempo.
Joder, sin puta duda… Su generación era mejor.
antes se iba a conciertos a escuchar música, ahora se va para oir… sutil diferencia.
no es tampoco cuestión de guardar un silencio sepulcral, pero sí de interactuar con el «chou»… yo con morente me siento y no pierdo detalle y con devo, sex museum o dictators hago el bruto y tampoco pierdo detalle (ni el respeto al que está sobre las tablas).
lo malo es que desde que la música es producto la gente no interactúa, sino que considera que todo dios es king áfrica.