La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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(Con motivo del inminente concierto que ofrecerán Young Marble Giants en Vigo, recordamos fugazmente esta fantástica banda que vuelve a los escenarios. La actuación se enmarca dentro del festival Sinsal y será el jueves 29 de mayo. Más info aquí)

Como ocurre con Suicide o Beat Happening, los galeses Young Marble Giants pertenecen a ese elenco de bandas donde se da una gran paradoja: el gran público conoce mucho más a quienes han influenciado, que a ellos mismos. Sí, mucho nos tememos que, al margen de las loas de la prensa especializada, siguen ahí en el estante de las bandas de culto sumando fans de modo paulatino, y sin que tampoco entren dentro de los objetivos de ningún revival. Su efímera trayectoria original (apenas dos añitos, años entre 1978 y 1980) quedó comprimida en el fundacional Colosal Youth, un disco mítico donde los haya y del que han bebido toda clase de grupos, de Nirvana a Yo La Tengo, pasando por Galaxie 500.

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Provincianos y apocados, se forman en Cardiff en torno a una pareja de hermanos, Philip y Stuart Moxham, y la vocalista Alison Statton. Viven completamente ajenos el ajetreo de las grandes urbes del pop y se nota. Su música suena apática, gris y sin neones, como si fuera elaborada para el consumo doméstico, al margen de todo, sin ninguna pretensión. Pero precisamente es eso lo que hace tan excitante y singular: descubrirla es reencontrarse con la originalidad en estado puro. Nada hay de artificio en ella, todo queda reducido a lo mínimo. En Young Marble Giants corre el aire entre una caja de ritmos, unos teclados en los que se invocaba a Booker T & MG´s con el alma de un infante, una guitarra de acordes tímidos y esqueléticos y la imperturbable voz de Alison. El discurso es extraño pero cautivador, algo totalmente revolucionario en una época en la que los cambios se pedían entre gritos y desgarro. Lo suyo, era obvio, iba por otro camino. ¿Podríamos hablar de la otra cara de la moneda de Joy División? Ummm…

Young Marble Giants ejemplificaron sin saberlo su papel de banda maldita perfecta y, como una efímera chispa, desaparecieron de inmediato como una anomalía incomprendida. De hecho, el propio Stuart declaraba sobre sus directos en el NME en su día: “La gente se levantaba y se iban porque nuestra música no era precisamente el sonido de moda. La verdad es que nadie sabía muy bien qué hacer con nosotros”. De sus cenizas surgieron otras bandas (Weekend fue las que más renombre logró) y Stuart Moxham se convirtió en un habitual colaborador de muchos grupos. Ahora, sin embargo, dejándose llevar por la oleada de retornos vuelven a los escenarios (el indie, nos tememos, ya se ha hecho mayor y burgués), en una oportunidad histórica.