La reciente compra de Twitter por parte de Elon Musk, ha reavivado el debate sobre la libertad de expresión en Internet dada su intención declarada de protegerla a toda costa en esta red social.
Más allá de lo conveniente o no de que una red social de la importancia y con el calado de Twitter sea propiedad de una sola persona, por muy bienintencionada que ésta sea, es importante tener claro tanto la importancia de la libertad de expresión en la Red como sus límites legales establecidos constitucionalmente en nuestro país.
Pero, ¿qué es la libertad de expresión?
La libertad de expresión es, en realidad, un conjunto de derechos que vienen recogidos en el artículo 20.1 de la Constitución Española entre los cuales cabe destacar dos:
- La libertad de expresión “en sentido estricto”, definida como el derecho a “expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción” (art. 20.1.a) ) y
- La libertad de información, que es aquel derecho a “comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión” (art. 20.1.d) ).
Aunque ambos derechos parecen versar sobre lo mismo, en realidad no lo hacen puesto que el primero se refiere a la opinión y el segundo únicamente a la información.
Y esto es clave a la hora de entender el primer límite a estos derechos, como veremos ahora.
¿Cuáles son los límites a la libertad de expresión?
Se suele decir que los límites están establecidos en el apartado 4 del artículo 20 de la Constitución, que en seguida veremos, pero lo cierto es que el primer límite viene ya indicado en el primer apartado ya visto y no es otro que la veracidad.
Lo primero que hay que decir sobre este límite es que sólo se aplica sobre la información y, más concretamente, sobre la libertad de información, según se establece en el artículo 20.1.d) ya visto.
Por tanto, todos tenemos derecho a emitir y recibir información, siempre y cuando dicha información sea, en primer término, veraz. Es decir, las llamadas “fake news”, en contra de lo que mucha gente pudiera pensar o argumentar, no están en ningún caso amparadas por la libertad de expresión. Ningún medio, por muy importante que este sea, tiene derecho a emitir información falsa, sea por el medio que sea y ello no excluye, por supuesto, a Internet. Este es el primer límite que hay que dejar claro.
Sin embargo, este límite no se aplica a la opinión la cual, en sentido estricto, nunca podrá ser falsa. De hecho, cada persona puede tener la suya propia y ser diametralmente opuesta a otras y no por ello será nunca falsa, aunque también se empeñen algunos en hacerlo ver así. Una opinión puede ser mayoritaria, minoritaria, incluso criticable, pero nunca verdadera ni falsa por ello no se pueden establecer restricciones por este motivo aunque sí por otros como veremos.
Los otros límites:
El resto de los límites aplicables a la libertad de expresión vienen, en efecto, recogidos en el apartado 4 del citado artículo 20 de la Constitución y son los siguientes:
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- El derecho al honor.
- El derecho a la intimidad.
- El derecho a la propia imagen.
- La protección de la juventud y la infancia.
- El resto de los derechos fundamentales reconocidos en el Título I de la Constitución.
Hay que decir que estos límites sí se aplican tanto a la información como a la opinión. Es decir, podemos informar y opinar de lo que queramos y como queramos siempre que no rebasemos los citados límites que afectan a derechos fundamentales también de otras personas.
Actualmente, se habla mucho de la libertad de expresión y se enarbola como bandera en Internet pero pocas veces se tiene en cuenta que, a pesar de su importancia, no es absoluta y caer en este error puede dar lugar a problemas legales o, incluso, ser acusados de delitos penales como los de injurias o calumnias, tan comunes hoy en día en la Red en general y en Twitter en particular. Valga como aviso a navegantes, nunca mejor dicho.
Tal como decía el filósofo Jean Paul Sartre,
“Mi libertad termina donde empieza la de los demás”.
Y ya que estamos con citas, hay otra que me gusta mucho y que es atribuida apócrifamente al también filósofo Voltaire:
“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
Esta es la esencia de lo que debería ser la libertad de expresión en Internet pero, si no lo es, la ley estará ahí para recordarlo.