La Voz de Galicia
Aprendiz de madre
El blog de la crianza y la conciliación
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–  ¿Y a dónde vas tú con esa falda? ¿Estás loca?

– ¡Jo, mamá!

– ¡Ni jo, ni ja! Pero que hay 10 grados ahí fuera, niña, por favor. ¿En verdad no tienes frío? Venga, ponte unos mallones o unos vaqueros o lo que sea.

– Pero que no, que yo voy a ir con falda. Con esta falda, que hoy es 4 de noviembre.

Que la niña me salió pendenciera era algo que yo ya sabía. Pero en la efervescencia de los 12 años está más reivindicativa que nunca. Y me encanta. Aunque a veces me deja ojiplática como hoy con su 4 de noviembre. Me olvidé pronto del tema y seguí con lo mío. Pero por la tarde, cuando la acompañaba a una de las extraescolares me comentó como si nada: pues Fulanito y Fulanín también fueron con falda al insti. Y no solo ellos, éramos varios. ¿Ves? Te lo dije.

Resulta que es una quedada anual que pretende luchar contra los roles de género. Los más jóvenes se convocan a través del hashtag #todosconfalda (y desde la cuenta de Twitter @todosconfalda ) para apoyar la causa que ha sido promovida en redes por Héctor Cabero, estudiante de Bachillerato internacional en el IES príncipe Felipe, de Madrid, y autor del cartel que encabeza el movimiento.

Autor: Héctor Cabero / @caber0_

Para las nuevas generaciones es mucho más complicado entender que llevamos toda una vida construyendo nuestro sexualidad en torno a absurdos roles sociales: los niños no usan faldas, ni maquillaje, ni juegan con muñecas, ni se visten de rosa. Y lo vemos en cualquier centro comercial donde prevalece el azul en las prendas «masculinas» y el rosa en las «femeninas». Y es totalmente ridículo.

¿Quién decide que yo puedo llevar vaqueros, pero mi pareja no puede usar vestido? Estamos tan acostumbrados a que nos digan cómo comportarnos, que olvidamos nuestra potestad a obrar por propia reflexión y elección. Y los niños de hoy no están dispuestos a tolerar que les digan cómo vestirse o cómo actuar. Así que sin más, decidieron que el 4 de noviembre irían a la escuela con falda. Todos y todas. Ellas y ellos. Y a ver quién les dice algo. En España, por suerte, no es habitual que los centros públicos impongan un código de vestuario más allá que el del sentido común, aunque hasta hace poco, al menos en Galicia, en los centros concertados las niñas no podían elegir libremente llevar pantalón.

Fotos cedidas por alumnos de IES príncipe Felipe, de Madrid, que participaron en la iniciativa #todosconfalda

En el 2011, Chris Whitehead, un niño de 12 años de Cambridge, Reino Unido, fue al colegio en falda para protestar por tener que llevar pantalones largos en días de calor. Sus amigos hicieron lo mismo para respaldarlo y, desde entonces, en muchas partes del mundo los hombres han utilizado la falda como forma de protesta. La razón, según mi hija, es muy sencilla: la ropa no tiene género. Y es verdad. Ni la ropa, ni los colores, ni los juguetes, ni las profesiones. Aplaudo la iniciativa y me enorgullezco de esta generación que no está dispuesta a resignarse y callar.

Que niños de primero de la ESO, como ocurrió hoy en el insti de mi hija y en otros muchos en toda España, tengan el coraje de ir a clase con falda sin que les importe lo que digan sus compañeros, ayuda a derribar esas consignas machistas que alimentan el chiste fácil, la broma imbécil, como la de Fernando Simón y las «enfermeras infecciosas». Es muy común que entre colegas siempre se admita esa reacción de complicidad tan propia del cuñadismo, en la que prevalece la hombría sobre todo lo demás. Simón pidió perdón y eso lo enaltece. ¿Pero acaso no es mejor callar? ¿Ponerse serio? ¿No admitir la broma barata del eterno estigma entre el médico y la enfermera?

Por eso es importante protestar contra los estereotipos y los roles de género. Y cuanto antes empiecen, mucho mejor.