La Voz de Galicia
Aprendiz de madre
El blog de la crianza y la conciliación
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Hay ocasiones en que indignarse ya no es suficiente. No sirve de consuelo, ni de punto de partida. Pero aún así nos indignamos ante la impotencia de no poder hacer nada más. El doble crimen de A Coruña en el que un hombre mató a dos niños de 10 años en su vivienda de Monte Alto, es de esas noticias capaces de sacudir masivamente las conciencias, aunque sea de forma temporal.

No entiendo qué puede ocurrir en la miserable cabeza de un individuo que coge del armario una barra metálica y golpea hasta matar a un par de gemelos víctimas de la indefensión. Se me encoge el corazón solo de pensar en esa madre ahora huérfana que estaba trabajando cerca de su casa mientras mataban a sus hijos.

«Se empezaron a oír golpes tan fuertes que parecían tiros». Esta frase de una de las vecina resume perfectamente la barbaridad a la que el padrastro, de 29 años, sometió a los dos hermanos.

En medio de la ausencia de valores tan elementales como el respeto a la vida, el maltrato es una de esas lacras que se ensañan con los seres más vulnerables de nuestra sociedad.

La violencia no es nunca la solución. Los golpes, los gritos y los insultos de ninguna manera pueden formar parte de la educación de un niño. Lamentablemente no son pocos los padres que descargan su ira en los más pequeños. De hecho, aunque muchas veces las autoridades intentan minimizar  el alarmismo justificando que se trata de casos aislados, no podemos ignorar que tan solo en un par de días han salido a la luz pública otros dos espeluznantes  casos de maltrato infantil: la mujer que asfixió a su hija de tres años porque le iban a retirar la tutela y la que fue detenida por degollar a su bebé de 12 meses.

Ante hechos como estos es difícil no imaginar posibles venganzas contra esa mala gente que silencia la sonrisa de los niños. Seguro que no soy la única a la que han cruzado por la mente mil y una formas de usar esa barra metálica contra el asesino de Monte Alto. Pero entiendo también que la violencia no es nunca la solución.