Y de repente me encontré muy sola… y libre. Muy libre. Y me sentí culpable. Culpable pero libre. Libre pero sola. Y me sentí feliz.
La temida primera separación llegó cinco años después del nacimiento de la criatura. De mi criatura. Superé -no sin alguna lágrima- dejarla en la guardería antes de cumplir dos años. Afortunadamente encontré una escuela infantil bastante respetuosa con los pequeños y el experimento salió bien. Ahora me enfrenté al temido y esperado primer campamento. Un campamento que en realidad no es tal, es más bien una iniciación a lo que serán los próximos veranos de mi vida. Y de la suya.
Mi cincoañera pasará dos días y una noche fuera de casa. Y en cuanto la dejé en el albergue frente a la playa sentí una sensación extraña y confusa. Por una parte sentía la desolación que prácticamente todas las madres experimentamos cuando dejamos a un hijo en manos extrañas, por muy monitores experimentados y de confianza que sean. Pero me sentí un tanto liberada ahí sentada en el coche sin un destino concreto. Empezando las vacaciones sin plan ni compromiso alguno. Me bajé del coche y respiré con absoluta tranquilidad mirando al mar, con ese desparpajo de los adolescentes a los que nada les preocupa.
La maternidad puede resultar un tanto agotadora. Incluso la madre más entregada puede sentir esa ligera asfixia que se produce cuando atamos irremediablemente nuestra existencia a la de una personita que nos necesitará para vivir, para crecer, para ser feliz. Incluso las mujeres que como yo desconectamos más de 8 horas diarias del cuidado de los hijos por motivos laborales, sentimos alguna vez que la responsabilidad es grande.
Lo de menos es quejarnos o pedir ayuda a gritos. Lo realmente importante es no callar, no asumir que esa asfixia no existe. La vida es tan breve y el tiempo tan finito que no vale la pena dedicar un minuto a la abnegación. Cuando una madre necesita un respiro es porque ya no puede más. Y es mejor parar y desconectar ya sea con un breve campamento o con la ayuda de la familia. Así, sin culpas. Y aprovechar esos momentos de completa libertad para leer, para bailar, para vivir. Tus hijos lo notarán y te lo agradecerán.
Feliz verano 🙂
Impresionante y real historia, no me imagino que existen gente tan hermosas para contarne historias como estas, muchas gracias…
Una historia tan real como hermosa.
Hola,
Muy entrañable, la historia que cuentas de la separación de tu hija con dos añitos, dejándola en la guardería. Siempre hay personas buenas que les dan mucho cariño y los niños se sienten muy felices.
La salida al campamento ya es más difícil de superar pero tú la superaste y viene muy bien porque coges un pequeño respiro. Hay veces que ya no puedes más, pues la maternidad suele ser agotadora.
Muchas veces des conectar de los hijos viene muy bien.
Un placer
NeyLo2011
Cierto… cuidarse para poder cuidar!