Estamos a unas horas de comenzar el 2013 y, como es habitual, el mundo se prepara para recibir un año nuevo y todo lo que conlleva. Para muchos el recuento de fin de año es una oportunidad de repasar los sucesos más importantes haciendo hincapié en todo aquello que nos lastimó o nos hizo inmensamente felices. Ese último balance nos permite también revalorizar momentos memorables que se pierden en la inmensidad de los detalles. Acontecimientos cotidianos que aunque no están a la altura del nacimiento de un hijo, una boda o la firma de un contrato laboral, nos regalan momentos placenteros que vale la pena recordar… y repetir. Tal vez ese domingo en que te sentiste completamente feliz por tener dos horas libres para entregarte a la lectura con un café en la mano y en absoluto silencio. O el día que a causa de tu insomnio pudiste regalarte un amanecer de invierno. ¿Y qué me dices de ese momento irrepetible en el que hiciste sonreír a alguien que lloraba?
Queda poco tiempo por delante y seguramente miles de cosas por hacer antes de la fiesta de la Nochevieja, pero vale la pena intentarlo. Cerrar los ojos y revivir esa vez en que tu hijo te dijo «te quiero» o la mirada amorosa de tu madre mientras te sonreía cuando eras un niño. A medida que vamos envejeciendo los recuerdos se acumulan unos sobre otros y dejamos de lado todo aquello que nos ha hecho mejores personas. Muchos ya no tendremos nunca la oportunidad de darle un abrazo al viejo, a ese que nos crio y nos dedicó su vida con total entereza mientras nosotros perdíamos el tiempo jugando a ser mayores. Y ahora que somos mayores y necesitamos fervientemente cruzar unas palabras con ese padre ausente sólo nos queda el recuerdo.
De ahí la trascendencia de decir te quiero a las personas importantes que nos rodean. De ahí la necesidad de abrazar sin motivo, porque en cada abrazo regalamos un poco de nosotros y dejamos una sonrisa en las caras ajenas.
Lo único cierto de cara a este año que se vislumbra es que no sabemos si vamos a recorrerlo entero. Ante ese panorama es mejor entregarnos por completo a la devoción de la familia, de los amigos, de esas personas que hacen que vivir valga la pena. Así que ama, respeta, sonríe, disfruta, comparte, abraza… y serás un poco más feliz.
Palabras que fueron regalo a un corazón de Valentín que añoran la presencia de su gran viejo. Hoy no podré darle su pez de chocolate solo una oración para que llegue al cielo a su lado. Gracias por compartir hermosas palabras que llenan muchos corazones !