La Voz de Galicia

La columna que publico en el último Nuestro tiempo empieza así:

A muy pocos profesores nos gusta corregir exámenes o ejercicios. Tampoco a mí.  Disfruto cuando puedo trabajarlos con calma y a ratos, sin pegarme un atracón. Pero sufro. Lo paso mal, porque esos ejercicios dan la medida exacta de cuánto he conseguido enseñar o, mejor dicho, de cuánto he conseguido que aprendan. Hoy he corregido todo el día, he suspendido a casi todos y, por tanto, a mí mismo. El caso es que había diseñado un examen más fácil que el anterior, que también suspendieron casi todos. Quizá lo puse más fácil para no suspender yo. (leer más)