Suele decirse que los bajos salarios de los políticos propician dos cosas: que se dediquen a ese noble arte solo los no muy capaces, porque los mejores se ganan la vida con más aprovechamiento en otros ámbitos y arriesgando menos la cara; y que esos salarios bajos fomentan la corrupción al dejarlos demasiado indefensos frente a las tentaciones del mundo, como ocurre, por un poner, con los policías de algunos países: ni se te ocurre llamarlos en un peligro, porque dan más miedo que quitan.
A la vista de lo que vamos sabiendo de los sobresueldos que paga el PP -y con toda probabilidad, también los demás partidos pudientes-, todas esas teorías sobre las retribuciones de la clase política se quedan en bobadas, pierden cualquier sentido, porque resulta que con los sobresueldos -que en ocasiones multiplican por mucho los oficiales- componen unos ingresos más que apañados, en niveles en los que tan solo se sitúa un escaso 10 % de los asalariados.
No me parece mal que se retribuyan trabajos o cargos suplementarios, pero sí que se oculten a los propios militantes y a los demás contribuyentes, origen de la mayor parte de los fondos de los partidos, porque ninguno se autofinancia siquiera en un 50 %. Deberíamos saber qué puestos del partido pueden retribuirse y en qué cuantía y circunstancias. Otra cosa, me parece, significa dejar el camino abierto a la arbitrariedad y a peculiares formas, digamos, de patrocinio o mecenazgo.
En general, lo que no se orea, se pudre. En política, casi todo puede resultar razonable mientras se mueva en los ámbitos de la transparencia. Incluso los sobresueldos.
Cando un se dedica a política ou exerce un cargo por representación seguro que teñen que ter un salario que lles permita vivir con comodidade, pero tamén o resto de xente ten dereito pero a maioría dela traballa no que atopa, non no que quere ou no que seria a súa vocación, mais cando se compromete a un traballo por un soldo, que moitas veces non lles dá para chegar a fin do mes, non teñen a desculpa de que cobran pouco para facer mal o seu traballo ou roubar.
Un político presentase libremente a s eleccións para ocupar un posto , seguramente que para saír elixido promete moito pero logo nun cumpre e ponlle a culpa a quen ocupou o seu posto antes, menten para conseguir o cargo.
Dende que temos democracia ningún dos 6 presidentes do goberno sabia falar inglés ou outra lingua estranxeira para defenderse polo mundo, cando a calquera traballador cualificado esíxelle ese coñecemento. Pero calquera político despois dedicarse ao servizo publico atopa un traballo moi ben remunerado, como temos exemplos de abondo para sabelo.
Pero aínda hai máis. Que un individuo triúnfe nunha multinacional no n é garantía de que fai ben o seu traballo e para exemplo está a crises que temos.
Así que eu penso que para dedicarse a política non é tanto unha cuestión de cartos como de honradez e esta non se paga, ou se é ou non se é.
La mierda de las cloacas de las anotaciones contables de cualquier fuerza política con representación parlamentaria, no hacen más que descubrirnos la falta de honradez y el desprestigio de aquellos que dicen defender el bien público. Y ,por supuesto, el nuestro propio al acogernos a prácticas que reprochamos a los demás.