Pensaba escribir una cosa más o menos humorística y distanciada que sirviera de justificación por la ausencia del sábado pasado, si es que alguien la ha advertido: un texto más bien superficial y frívolo sobre la compulsiva necesidad que sienten las personas de reñir al infartado y amonestarle a que cambie de vida, como si el infartado se hubiera dejado seducir y someter por los placeres del trabajo excesivo, el muy vicioso. O sobre la tendencia de los varones en cierta edad a pedir relatos muy detallados de los síntomas y sus circunstancias, de cómo y cuándo se notan, y con qué calidades e intensidades. O quizá, sobre esa sensación de volverse cristalería, algo frágil capaz de reducirse a mil arenas de vidrio por el empujón de un bebé, como aquel personaje de Delibes que se imaginaba en el pecho una bombilla finísima que cualquiera podría quebrar, incluso él mismo, a poco que se descuidara. O hablar de las mañanas de ambulatorio, el mismo de la niñez, al que no había vuelto, con las mismas conversaciones de las señoras que cuentan en público sus males y la vida de sus hijos y sus nueras y sus nietos. O hablar solo de las mañanas, de los barrios de la mañana, poblados por gente tan distinta de la que se ve en ellos por la tarde o el fin de semana: gente diferente en su aspecto, en su forma de moverse, en lo que hacen. Qué nuevo todo. La vida grabada en slow motion, a cámara lenta, como suspendida, flotante y con brillos en los bordes. O intentar un agradecimiento: tanto que agradecer a tantos. Hubiera estado bien. Quise hacerlo, pero… es como si las palabras hubieran encogido.
¡Hola, Paco!
¿Va todo bien…?
Una duda en cuanto a lo siguiente:
«O hablar de las mañanas de ambulatorio, el mismo de la niñez, al que no había vuelto, con las mismas conversaciones de las señoras que cuentan en público sus males y la vida de sus hijos y sus nueras y sus nietos.»
Por lo el comentario anterior, debo deducir:
a) ¿Que te refieres a la sala de espera de un ginecólogo?
b) ¿Que el día en cuestión sólo había pacientes femeninas?
c) ¿Que también había hombres, pero no hablaban?
d) ¿Que…?
Saludos de una persona feminista.
Todo bien, Ana. Gracias.
Tus preguntas están respondidas en el texto, pero por si caaso:
1. No era la sala de un ginecólogo, porque no pintaría nada allí.
2. Evidentemente, no, estaba por lo menos un varón, yo mismo, aunque sí eran mayoría.
3. Exacto.
Una alegría saludarte de nuevo.
Me alegro muchísimo volver a leerte desde Jalisco. Un abrazo no muy fuerte por el cuore delicado
Las palabras encogidas le han quedado muy bonitas!, querido Profesor! Muy recordado estos días! 😉 nos encontramos por aqui!
Bienvenido de nuevo, Paco.
He estado preguntando por ti. Sabía que no estabas bien, pero tus compañeros le quitaron importancia a la cosa.
Ahora puedo intuir que quizá no era así. Ojalá me equivoque, como tantas otras veces.
Me alegra mucha saber que estás de vuelta. Fuerte o frágil, lleno de energía, supongo y quiero. Con la sonrisa siempre puesta, a pesar de los pesares.
Me alegra volver a encontrarte aquí, en estelugar que es tu espacio.
Un millón de abrazos.
Paco mentres escríbamos e falemos a cousa vai indo, aínda cheguemos á idade na que o corazón e a vida xa non andaran outro tanto, nin coa mesma forza e temos máis recordos que proxectos de futuro.
Pero que bonitos son os recordos.
Unha aperta.
Sin duda alguna prefiero al Paco irónico y «canalla» de siempre, antes que a éste otro, al que se le encogen hasta… las palabras!
Recupérate pronto y bien compañero. Un abrazo!
Apreciado y muy leído profesor,
desde hace ya muchos años que recibí unas grandes clases en Pamplona, en Comunicación escrita, suele ser un placer habitual leerte. Espero que vaya todo bien y podamos seguir disfrutando tus artículos.