La Voz de Galicia

La columna en el último número de Nuestro Tiempo. Empieza así:

A la iglesia de Santa Lucía, una de las pocas con torre y campanas que quedan en el centro de La Coruña, se accede por una escalera breve, seis o siete peldaños, en la que suelen alinearse a izquierda y derecha los mendigos. Hasta hace poco eran mendigos locales que fueron desalojados con amenazas por un grupo de mendigas extranjeras y profesionalizadas. Por lo visto, la ubicación de cada quién tiene su relevancia y su prestigio, aunque no he conseguido saber si estar a la derecha o a la izquierda, más arriba o más abajo en las escaleras es mejor o peor. Los feligreses suben regateándolos, también dialécticamente, porque dicen de todo con argumentos que varían no ya de semana en semana, sino incluso de un minuto para el siguiente. Prefieren a los mayores por razones obvias: basta con ponerse delante de ellos para bloquearlos y evitar que avancen. Se sienten, entonces, más indefensos y propenden a salir de la situación con una limosna rápida, que nunca es rápida: entre que encuentran la cartera, la abren, buscan el dinero y se lo entregan, da tiempo a que alguien se ocupe de otras pertenencias suyas más expuestas. (+)