La Voz de Galicia

Se acaba de publicar la traducción del último libro de Seth Godin con el título «¿Eres imprescindible?», que en el original era el subtítulo. El libro es muy interesante, pero lo traigo a colación porque en su día me anoté una anécdota que relata en la introducción. Cuenta que un hombre que viajaba en el vagón de primera de un tren español se dio cuenta de pronto de que su compañero de asiento era nada menos que Pablo Picasso. Según Godin, el hombre se armó de valor y se atrevió a decirle al maestro:  «Usted es un gran pintor, pero, ¿por qué su arte, todo el arte moderno en general, es tan retorcido? ¿Por qué no pinta usted la realidad en lugar de todas esas distorsiones?»
Siempre según Godin, Picaso dudó un momento y le preguntó a su vez: «Entonces, ¿qué aspecto piensa usted que tiene la realidad?» El hombre sacó de la cartera una foto de su mujer: «Así, como esta fotografía. Es mi esposa». Picasso cogió la fotografía, la miró y sonrió socarronamente: « ¿De verdad? Su mujer es muy pequeña. Y plana, además».
La anécdota sirve para ilustrar cualquier encuentro del ojo del artista —en cualquier arte— con la realidad y su posterior mostración en la obra. Sirve también para explicar cómo actúa el periodismo: lo que recoge el periódico o el noticiario de radio o televisión no es propiamente la realidad, sino una versión pequeña y plana de lo que ha sucedido, pero que ayuda a hacerse una idea, de la misma manera que la foto, mejor o peor, ayudaría a Picasso a hacerse una idea de cómo era la mujer de aquel hombre. Conviene, por eso, ver varias fotos para hacerse cargo del verdadero aspecto de alguien.
Cuando lo que hay que contar es de por sí pequeño, plano y retorcido —como la actual situación política— los medios corren un riesgo enorme: el de aburrir si no van más allá de lo obvio. Y los no lectores, el de renunciar a entender qué les sucede.