La Voz de Galicia

Comprendo que los medios se ocupen de los abusos sexuales con niños (pederastia) cuando se ven involucrados hombres que añaden al horror de este crimen la condición de personas que deberían ser particularmente ejemplares y delicadas, puesto que representan a la Iglesia, y la doctrina de Cristo sobre este punto es taxativa: al que escandalice a uno de estos pequeños más le valdría que le ataran una rueda de molino al cuello…
A la vista de cómo se están dando estas noticias cabe, sin embargo, hacer algunos comentarios. La primera y más grave es que asombra la cantidad de falsas informaciones. Por citar solo las que intentan involucrar al Papa, todas se han demostrado equivocadas: la del cura pederasta supuestamente amparado por Ratzinger cuando era cardenal de Munich (los hechos sucedieron bastante después de que él dejara la diócesis), el que hubiera desoído una denuncia sobre un cura de Milwakee que abusó de niños sordomudos (un asunto sórdido repleto de detalles sorprendentes) o el caso de los niños del coro que dirigía el hermano del Papa (ninguno de los tres chicos coincidió con la época Georg Ratzinger). Podría preguntarme por qué, pese a que suponen un porcentaje infinitesimal (en Alemania, por ejemplo, el 0,04%) de los abusos de este tipo, algunos medios se ceban contra la Iglesia mientras consienten una prostitución infantil cada día más extendida, incluso en las redes sociales. O por qué el escándalo americano coincidió, casualmente, con la oposición de la Iglesia Católica a la guerra de Irak. ¿Algo que ver con intentar rebajar su prestigio moral? O por qué se relacionan los abusos sexuales con el celibato y no con la homosexualidad, motivo de tantos de  esos delitos. ¿Qué se persigue con más fuerza, a la Iglesia o al delito? ¿Acaso para quitarle autoridad a su doctrina moral sobre la sexualidad?