La Voz de Galicia

«El principal problema del paro en España no es ni social, ni económico, ni financiero. Fíjense lo que les digo. Una aberración humanitaria e intelectual, dirán algunos. Bien. Están en su derecho. ¿Quiere decir esto que no tiene importancia el drama personal y familiar que se esconde detrás de cada parado, ni los posibles brotes xenófobos que puedan surgir al calor de tal desencanto? Por supuesto que no. ¿Significa que es insignificante el impacto que, sobre ese consumo que abarca dos terceras partes del PIB español, tienen tanto los despidos masivos como la imposibilidad de encontrar empleo? Es incuestionable que no es así. ¿Implica que el sector financiero, antes alabado y ahora denostado por un gobierno especialista en echar balones fuera, no va a notar sus efectos en sus cuentas anuales a través de la mayor morosidad y el menor uso de sus servicios? Para nada. Sin embargo mucho más relevante que la certeza hoy, sobre la que podemos regodearnos todo lo que ustedes quieran, es la amenaza del mañana. Y lo que hace verdaderamente preocupante a la destrucción de empleo actual e inmediatamente venidera es la absoluta falta de medidas oportunas para revertir esta tendencia en el futuro, la más que completa carencia de alternativas que permitan vislumbrar una salida. En definitiva, la potencial consideración de una parte relevante del nuevo paro como estructural, como puestos de trabajo que no van a volver, como desocupación que ha venido para quedarse. Esos son los negros nubarrones que hay que tratar de disipar desde ya. Con el trabajo de todos». Continúa aquí