Con el artículo de Luis Ventoso «La crisis mundial vista desde el Tottenham«.
Cuento el final, pero vale la pena leer también el principio, en el que se refiere, como Sofía Vázquez y Lois Blanco, al escándalo protagonizado por los directivos de AIG:
«¿Tienen lógica estos salarios? No parece. Si Guardiola puede pasar directamente de la Segunda B al Barcelona, el mensaje es que no debe ser tan difícil hacerlo bien con una plantilla de superdotados. El entrenador del Bergantiños podría ganar la Liga dirigiendo al Barça, pero tal vez Guardiola no ganase la Liga con la plantilla del Bergantiños. Un ex entrenador de élite ya añoso me susurró un día una confidencia: «Chaval, no se puede decir, pero la diferencia entre el que más sabe de esto y el que menos es pequeñísima».
El fútbol es hoy un negocio ruinoso. Un tinglado alegal, salpicado de presidentes pícaros que se enriquecen dilapidando dinero ajeno, con intermediarios vidriosos y autoridades que miran a otro lado, no vaya a ser que la aplicación de la ley ensombrezca el circo que distrae al pueblo.
Algo anda torcido en el mundo cuando Juande Ramos gana en seis días lo mismo que ingresa en todo un año un cirujano de élite que salva docenas de vidas».
Totalmente de acuerdo. Lo del fútbol es algo incomprensible e irracional, fuera de toda lógica y Ventoso, siempre tan agudo, sabe captar perfectamente el pensamiento de la ‘ordinary people’ y trasladarlo a sus artículos con maestría e ingenio.
Siempre se dice que los jugadores y entrenadores cobran tanto porque generan otro tanto o más aún. Sin embargo, en el país capitalista por excelencia, los jugadores de la NBA tienen un tope salarial. Quizás porque en aquel país el deporte de alto nivel es totalmente profesional, es como una empresa más.
Aunque ni tengo pruebas ni nada, intuyo que el tinglado del fútbol está montado sobre arenas movedizas, muy movedizas. Todavía estoy esperando que los periodistas deportivos se metan a investigar de verdad (con ayuda de los económicos) las cuentas del fútbol. Eso si sería información buena y no las discusiones surrealistas sobre tal o cual fichaje o tal o cual jugada.
Nada que decir sobre fútbol (no tengo ni idea), pero sí sobre la crisis: ayer entrevistaron al profesor Abadía en el programa de Buenafuente. Es tan simpático, sencillo y encantador que Andreu Buenafuente (y todo el equipo) estaba feliz.
Abrazo
Le conocí hace años, Gom, y puedo atestiguar que es como parece.