De acuerdo con este comentario del autor de Los evangelios de la risa (como casi siempre, por otra parte).
Puede interesar también a este propósito: Máximas sobre escritura
De acuerdo con este comentario del autor de Los evangelios de la risa (como casi siempre, por otra parte).
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No conocía el blog que citas pero me ha encantado. Estoy especialmente de acuerdo con esta parte: «Escribir es ausentarse. Escribir es perder peso. Un adelgazamiento súbito». Después de mucho tiempo, sólo comencé a sentirme bien cuando recuperé el hábito de la escritura.
Escribir es la forma más sana de enajenación. Y cuando lo ajeno que brota es medianamente bueno la posibilidad de transcender nuestros pobres límites intelectuales y hasta físicos se vuelve real. En «Una habitación propia», Virginia Woolf habla del estado en el que debe estar el escritor cuando escribe y, comparando un fragmento de «Jane Eyre», de Charlotte Brontë, con la obra de Jane Austen, dice: «Se diría […] que la mujer que escribió estas páginas era más genial que Jane Austen, pero si uno las lee con cuidado observando estas sacudidas, esta indignación, comprende que el genio de esta mujer nunca logrará manifestarse completo e intacto. En estos libros habrá deformaciones, desviaciones. Escribirá con furia en lugar de escribir con calma. Escribirá alocadamente en lugar de escribir con sensatez. Hablará de sí misma en lugar de hablar de sus personajes».
Fernando Pessoa escribiu:
«O poeta é fingidor.
Finge tao completamente
Que chega a fingir que é dor
A dor que deveras sente»
… aprender a escribir es aprender a quitar. Me acuerdo de eso. Qué difícil.
Encontré este párrafo en Dietario Voluble,el último libro de Enrique Vila-Matas:
«Literatura es afectación», dice Ribeyro en su inagotable Prosas Apátridas. Y explica que quien ha escogido para expresarse la literatura y no la palabra (que es un medio natural), debe obedecer a las reglas del juego. De ahí que toda tentativa para no parecer afectado -leguaje coloquial, monólogo interior- acabe convirtiéndose en una afectación aún mayor. Tanto más afectado que un Proust puede ser un Céline con su lenguaje coloquial de exabruptos… «lo que debe evitar se no es la afectación congénita a la escritura sino la retórica que se le añade a la afectación», concluye.