Una de las noticias de la semana fue que Obama perdía en una encuesta. El dato en sí no es muy significativo: se han hecho decenas de ellas en los últimos meses y, si bien es cierto que Obama salía ganador en casi todas, en alguna ya había perdido. La novedad radicaba en que hacía tiempo que no sucedía y en que las expectativas de su equipo eran muy otras para estas fechas. Sobre todo, después de la gran gira internacional en modo presidente que hizo este verano.
Pues, según parece, ese fue el primer error. La gira que tanto éxito tuvo en los medios europeos no gustó demasiado a los estadounidenses. La estimaron un exceso, una sobreactuación, porque entienden que mientras no sea presidente, no debe actuar como tal. Les sonó a presunción. Más aún, reforzó el efecto de un famoso video lanzado por McCain en el que equiparaba a Obama con las estrellas de las revistas rosa: mucha apariencia y… nada.
Tampoco parece que Obama haya sabido recuperar al público de Hillary: sigue sin darle siquiera reconocimientos menores que, por lo que se ve, su gente desearía. Y para Obama es crucial recuperar todo el voto de los Clinton si quiere ganar. Ciertamente, también McCain necesita recuperar el voto repúblicano más duro, pero da la impresión de que lo está consiguiendo, especialmente después del cara a cara reciente, arbitrado por el presentador evangelista con mayor tirón, y en el que Obama, sin telepronter, decepcionó. Respondió, por ejemplo, a la pregunta sobre si los no nacidos tienen derechos con una falacia que a nadie satisfizo: dijo que se podía contestar la cuestión desde un punto de vista científico o teológico, pero que no entraba en el sueldo del presidente ni lo uno ni lo otro.
Veremos qué pasa en las decenas de debates pendientes, donde los magníficos escritores de discursos que tiene Obama le servirán ya de poco.
Sobre Obama:
El Presidente de los EE.UU. es también «mi presidente». Y por el bien de mi planeta, quiero que gane McCain. A mí, este «Zapatero negro» no me gusta nada, y no por su color de piel (Me hubiese encantado Collin Powell como Presidente), sino por su retórica hueca, por ser una vedette de la política, por parecerse tanto a nuesto «Obama blanco» en versión culta y refinada. McCain, un candidato a Presidente con nombre de patatas fritas y hamburguesas es más claro, contundente y eficaz. Por el bien de nuestro planeta, Obama, «go home»
hombre, en fin… Muy argumentado no queda
No sé a qué te refieres, Paco. Simplemente es una descripción con muchos paralelismos con ZP. Podría argumentar que no me fío un pelo de los políticos idealistas, prefiero a los ejecutores, a los pragmáticos. En el caso doméstico, González es Churchill al lado de Rodríguez. Que el Presidente de EE.UU es «mi presidente» es obvio. Que hayamos tenido que sufrir al ex-alcohólico de G.W. Bush no hace mejor a Obama.
No pretendía nada en especial. Sólo dejar claro que no me fío un pelo de este «café con leche».
Claro, é que aí hai un problema…
Non sei se coincidirás comigo…
(Ti coñeces ben os Estados Unidos.)
Eu nunca estiven ali. Pero como me din sempre os parentes que alá viven, hai un amplísimo sector da sociedade norteamericana (o suficientemente amplo como para decidir unhas eleccións) que prescendiu de toda visión crítica da súa propia realidade; é dicir, que habita unha especie de ficción na que o guión é sempre televisivo.
Iso marca unhas (tristes) regras de xogo… que ás veces acaban devorando os xogadores.
Sei que a maioría dos amigos desta bitácora de Paco non ides coincidir comigo, pero hai algo en Obama… que non me inspira simpatía. Non sei. É unha intuición. Seguramente estarei equivocado, claro.
P.D. (Xa volvín, onte, á realidade cotiá. Apertas fortes a todos. Non tiña maneira de escribirvos, pero líavos constantemente)