La Voz de Galicia
Libros, música y seres humanos
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Inocentes son los ciudadanos que aún tienen trabajo y se levantan todos los días para cumplir con sus obligaciones. Que trabajan sin rechistar, aunque conozcan los sueldos que hay en algunos bancos y lean informaciones sobre las comisiones que se han circulado (¿en pasado?) por este país. Inocentes son los que trabajan mañana y tarde sin pestañear para pagar la hipoteca y a los que jamás nadie, ni por su cumpleaños, les regalan trajes ni bolsos. Inocentes son los que están a pie de oficina, empleados públicos y privados, durante las cuatro estaciones del año, luzca el sol o truene. No hay otros. Solo reconozco inocencia en aquellos que dan para recibir, que se esfuerzan para lograr una recompensa. Lo demás es ruido partidista. Lo demás es la política convertida en un feo guiñol que no nos lleva a ningún sitio. Políticos de todos los colores se cruzan justo las mismas acusaciones según el acusado sea de unos o de otros. A veces ni se dan cuenta que están repitiendo las mismas frases que antes les llegaron del bando rival. Todos somos inocentes mientras no se demuestre lo contrario. Pero nadie es, desde luego, más inocente que los cinco millones casi y medio de ciudadanos que no tienen trabajo, con familias, con niños a su cargo, y que también se levantan todos los días para intentar salir adelante.