La Voz de Galicia
Libros, música y seres humanos
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Estamos en tiempos de los Goya y los Oscar. Y no hay nada mejor para homenajear al cine como ponerse en casa una obra maestra. Una obra maestra, porque no le sobra ni un segundo cincuenta años después, es La calumnia. Nada como el cine en blanco y negro, con los diálogos escritos a color. William Wyler filmó La calumnia en el 61, con dos actrices imposibles de mejorar, Shirley Mclaine y Audrey Hepburn. Wyler se atrevió con el lesbianismo hace medio siglo y retrató como nadie como la mentira lo envenena todo. Como la mentira crece y crece como una bola de nieve hasta devastar a quienes les afecta. De esa niña de La calumnia sale toda la tele basura de hoy, con esos  tipos que hacen los comentarios que les da la gana sobre la vida de otras personas, sin probar nada. Ese deporte del tiro al plató. La película tiene un final terrible y valiente, que no les voy a fastidiar. Aquel Hollywood solo necesitaba buenos actores arrojándose unas frases precisas en una habitación para sacudirte el corazón. La calumnia recuerda algo a La duda. Y tiene que ver con ese matiz tremendo que nos advierten los expertos y que tendemos a olvidar: <El ser humano no distingue entre verdad y ficción>. Una mentira bien contada puede durar mucho más que la verdad.