La Voz de Galicia
Libros, música y seres humanos
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No quiere crecer. Quiere ser siempre un peluche rosa. Pero los pies le crecen y le crecen como la del cuento después de comerse la galleta. Los pies le crecen y salen por los ojos de las ventanas de la casa. La casa ya no es un refugio lleno de niños. En la casa, junto al mar, ahora todo mengua. No se escucha al vecino ríete un poco. Y la pena con pena no se cura. A ella le superan las cosas de los mayores. Por ejemplo:
Que no haya besos en el matrimonio.
Que no haya caricias en el matrimonio.
Que no haya dulce en el matrimonio.
El matrimonio es una palabra larga, una palabra que se le atragantó. Escribe en su cuaderno sus frases furiosas. No escribe contra nadie. Escribe contra todo. Contra las cosas que no puede cambiar ni con sus ojos verdes aceituna. Ni con sus caracolas de mar. Ni con su pelo enredado en mil despistes. Cuando la llamas a su teléfono móvil, el teléfono móvil dice llama hermanito, llama hermanito. Y es como un latido. Si escuchas su corazón te das cuenta de que le sobran latidos, tiene demasiados sobresaltos. No es bueno sobresaltarse tanto. No es bueno estar siempre pendiente de las cosas que ronronean en las cabezas. No es bueno traducir los silencios espesos de las tardes de domingo. No es bueno hipnotizarse con las soledades de los tártaros. Los tártaros siempre fueron muy raros. Tiene una sonrisa de perlas con la que asalta un banco.